El jueves 14 de noviembre de 2002, dos días después de que comenzase la crisis del Prestige, el ayudante de inspección de buques Serafín Díaz bajó desde un helicóptero al petrolero. José Luis López Sors y él no coinciden en la explicación de cómo llegó allí, ya que Díaz explica que le llamaron mientras estaba desayunando y le dieron 20 minutos para ir al aeropuerto, mientras que López Sors dice que fue él el que se ofreció "voluntariamente" para ir a hablar con el capitán Mangouras.
"No tenía obligación de ir", recuerda Díaz, que sí que afirma que no se negó a ir. Si no hubiese ido él, habría ido Fernando Balbás, el que era jefe de inspección naval cuando ocurrió la catástrofe del Prestige. Cuando Balbás se entera de que Díaz ha ido "a encender el motor" del Prestige, su reacción fue clara: "Me estás tomando el pelo".
"No tenía sentido poner el motor en marcha", critica, explicando en el vídeo que "no se ganaba especialmente nada" tomando esta decisión. José Luis López Sors insiste en que lo que se buscaba era alejar el petrolero de la costa.
Una vez ya en el barco, Díaz habló con Mangouras, negándole la posibilidad de llevar el barco a la costa e instándole a "alejar el barco", como recuerda el extripulante José Carmelotes. Díaz recuerda "un momento de tensión" en el que cree que "molestaba dentro del barco".