Alberto Chicote se reúne con Montse -dueña de local de El rincón de Montse- y con los actuales gestores, Miguel y Paula, en el segundo negocio de estos. El chef descubre que a pesar de los problemas en El Rincón de Montse, hace un año y medio que Miguel se ha metido en otro negocio, también un restaurante que también funciona mal.

"Chicote, vi la ocasión porque me lo ofrecieron y pensé que, a lo mejor, gracias a este podía salvar el otro", explica Miguel. Ante esa teoría Montse le corrige argumentando que "si un negocio no funciona, uno no puede meterse en otro".

Con este panorama, el chef le pregunta a Miguel por su situación económica y queda patente que ni siquiera él sabe cuánto debe. Dice que entre los dos restaurantes debe unos 52.000 euros pero Montse le matiza: "Debes más, Miguel".

La dueña del local asegura que ella no quiere que pierdan su casa y que le llegaron a dar la opción de que entregase las llaves del local a cambio de perdonar la duda, algo imposible ahora, llegados a este punto.

Ante la desesperada situación, Miguel dice que va a acudir a un prestamista y Chicote le advierte que "se está metiendo en un saco muy oscuro".

Otros momentos destacados

El equipo de Pesadilla en la cocina se emplea a fondo para la reforma de El Rincón de Montse y lo convierte en El cucharón de Daganzo. A la plantilla le cuesta reconocer el local: "Aunque no lo parezca es el mismo".

Tras la reforma, el servicio de reapertura es uno de los momentos cruciales para El Rincón de Montse, que ahora se llama El cucharón de Daganzo. Ese día todos tienen que poner la carne en el asador y especialmente los dueños pero esto no sucede y Chicote se ve obligado a tomar las riendas.

Antes de irse, Chicote se dirige directamente a Miguel y Paula, decepcionado por su falta de motivación. El mensaje del chef es digno de una sesión de coaching.