Poco más sabemos de la mujer que ha despertado expectación en nuestro país. Su vida sencilla, alejada de la opulencia y el lujo, llena conversaciones en bares y reuniones.

Su fortuna supera los 150 millones de euros, una cantidad que protege bajo su anonimato y siguiendo escrupulosamente las instrucciones de su asesor, uno como Sascha Badelt, que recomienda en estos casos “guardar la calma, no hablar con nadie, hasta que sepan cómo digerir la noticia”.

Él ha sido su confidente durante años. Gestor de una fortuna que conocen apenas diez personas del entorno íntimo de la joven mallorquina. Una grandeza económica, que casi exige vivr en el anonimato

Y es que 126 millones de euros es caramelo goloso para muchos. Caramelo que recayó en la joven mallorquina a golpe de suerte. A través de una plataforma en Internet, jugaba al Euromillón periódicamente.

Apostaba a los números de su abuelo, quien invirtió años de su vida sin ver grandes premios. En mayo del 2009, recibió la llamada que cambiaría su vida. Se convirtió en la ganadora del mayor premio de lotería de la historia. Y era la única acertante. Entonces tenía 25 años, estaba embarazada y recientemente separada de su pareja.

La joven hizo su apuesta a través de internet, pero su boleto fue sellado en esta administración madrileña. Entre nervios y desconcierto, esperaban a que el agraciado fuese a validar su boleto.

El máximo bote acumulado del Euromillón exigía traer dinero de todas las entidades financieras de España, incluso de Europa. Hoy, ese dinero descansa en dos bancos extranjeros y uno español.

Los más sólidos del mundo. Sólo los intereses de tal depósito permitirían a la joven millonaria vivir el resto de su vida sin grandes preocupaciones. Así sorprende, que en esta historia el mayor capricho que encontremos sea un viaje a Estados Unidos, una casa en el campo con jardín y un caballo en propiedad.

Una vida que muchos desearían y que ella trata de esconder por el bien de su hijo, ya que noo quiere que sepa que ha nacido rico.