Según la residencia oficial de Downing Street, Cameron ha llamado por teléfono a Rajoy para transmitirle su "seria preocupación" por los fuertes controles en la frontera gibraltareña y la idea avanzada por el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, de imponer una tasa para entrar y salir del Peñón. 

El primer ministro británico, David Cameron, ha asegurado que el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, ha prometido "reducir las medidas" en la frontera de Gibraltar con el fin de rebajar la actual tensión. 

Según ha expresado Cameron, se ha tratado de una "llamada constructiva" en la que ha dejado "claras" sus "preocupaciones sobre Gibraltar" y que su "posición sobre la soberanía no cambiará".

Desde Moncloa, Rajoy ha emitido un comunicado para desmentirle, si Downing Street decía que los controles fronterizos que llevaban días colapsando la frontera se relajarán, el Gobierno español ha explicado que tienen como único objetivo evitar el contrabando entre ambos lados de la verja y que es legal realizarlos.

La medida, aparte de provocar monumentales colapsos en la frontera, ha despertado el malestar de los cuerpos de seguridad de uno y otro lado. Al respecto, la oposición en España apoya al Gobierno, aunque le reprocha que falte diplomacia

El conflicto se trata del último episodio de una historia que comenzó hace 300 años, en la Paz de Utrech se pactó la cesión a perpetuidad de la soberanía en el Peñón a favor del Imperio británico, un recreo histórico al que el ministro Margallo pretende poner fin.

La expresión de "se acabó el recreo", dicha por el ministro de Exteriores ha hecho que la prensa británica cargue contra él.

A pesar de todo, hay un punto en común entre España y Portugal, los dos Gobierno se definen como aliados y tanto Margallo como el Ministro de Exteriores Británico tienen orden de sus líderes de entablar conversaciones para poner fin a la tensión.

Sobre la mesa hay algo más que un anacronismo colonial, España está molesta por los bloques de hormigón que el Gobierno de Gibraltar lleva días arrojando al mar para crear, según dicen, arrecifes artificiales de coral.