El Mediterráneo es el gran cementerio de los emigrantes ilegales en el mundo. Porque en el en este mar, mueren el 75% de las personas que buscan, equivocadamente o no, una vida mejor.
Según la Organización Internacional de las Migraciones, hasta este mes de septiembre, 3.072 personas han muerto aquí. Unas cifras que duplican a las de 2011, año de la Primavera Árabe. Y eso que este recuento no entraban las más de 400 personas que el mar engulló a finales en octubre de 2013 frente a la isla italiana de Lampedusa, la tragedia que ha motivado este estudio a nivel mundial.
Europa es el principal sueño fallido del mundo, quizá porque África es el país de los más desesperados, en el que más personas mueren en el intento. Más de 3.500 si sumamos todas las fronteras calientes. Muy lejos de los 3.072 caídos en el Mediterráneo están los 251 del este africano o los 123 del cuerno de África. También muy lejos, los 205 de la bahía de Bengala o los 230 de la frontera de EE.UU con México.
Porque detrás del mar, los desiertos es el otro gran enemigo en la travesía. En el primero, se ahogan o mueren de hipotermia. En este otro: la deshidratación y los golpes de calor son las principales causas de muerte. Lampedusa, Malta o Melilla, Tejas o el Sáhara. Y cada vez más niños y mujeres en la aventura fallida.
La mayoría de los inmigrantes que fallecen a las puertas de Europas vienen de África y cada vez más, de Oriente Medio. Siria, azotada por la guerra, y Eritrea, por un régimen, son los principales países de origen según las estadísticas publicadas por el OIM.
Señalan a las “mafias del norte de África” como los principales culpables de esta sangría, que y aseguran: “por dinero, son capaces de enviar a la muerte a cientos de personas “. Desde el año 2.000, más de 40.000 personas han muerto en el intento de cambiar de vida y país. Para 22.000 de ellos, Europa fue el destino al que nunca llegaron.
Palizas, ahorcamientos, violaciones y cadáveres
En el interior de la cárcel de los horrores siria: "Le pegaban hasta matarle"
El contexto La cárcel de Saidnaya era la joya de la corona en la represión que el régimen de Bashar al Asad ejercía sobre la población de Siria. En ella se realizaron todo tipo de violaciones de los derechos humanos.