Lo que más le duele a Manuel no son los seis días que lleva en huelga de hambre, es no poderse permitir los 180 euros para pagar las tasas de la selectividad de su hija a la que hoy tenía que haberse presentado. Para esta familia es imposible reunir esa cantidad, a la que tan sólo le quedan 200 euros al mes para pagar luz, agua, comida y gastos escolares.

Manuel se niega a ingerir alimentos y vive en una tienda de campaña a escasos metros de su trabajo en el rectorado de la Universidad de Granada. Con 45 años es vigilante titulado pero, muy a su pesar, desempeña labores de auxiliar de apoyo. Aun así, hay días que ha trabajado hasta 12 horas y cobra al mes 600 euros.

Esta familia paga 400 euros de alquiler, su mujer no cobra más de 300 euros al mes y con dos hijas de 10 y 18 años hay semanas que se come y cena siempre lo mismo: pucheros de patatas y huevos. Con su huelga de hambre, Manuel pretende que le suban el sueldo a 900 euros para que puedan llevar una vida digna. Hace años que no pueden permitirse ropa nueva o pagar la calefacción. Sus vecinos y compañeros de trabajo le apoyan en su decisión.

Es su segunda huelga de hambre, hace 4 años la precariedad llevó a Manuel a perder su casa por no poder pagar la hipoteca.  Asegura que continuará con la protesta hasta conseguir un contrato, un sueldo digno y poder pagar el examen de selectividad de su hija en septiembre.