Samuel Little asegura haber matado a 93 personas, aunque sólo se tiene constancia de la mitad de ellas. Se trata de un itinerante, un sujeto que recorre varias distancias para elegir a sus víctimas, normalmente personas con problemas personales cuyas muertes fueron atribuidas a sobredosis o accidentes, y sobre las que él se sentía impune.

"La agarré las piernas y la tiré al agua, fue la única a la que ahogué", exlicaba Samuel Little sobre el asesinato a una de sus víctimas. El que probablemente sea el mayor asesino en serie de Estados Unidos, solía matar por estrangulamiento.

Completamente ajeno a la crueldad de sus relatos, desde prisión y ante la cámara, el antiguo boxeador de 79 años confesaba uno a uno todos sus crímenes. Narraba incluso cómo sacaba los cadáveres de su coche. Así habla de hasta 93 víctimas, la mayoría mujeres, elegidas al azar y asesinadas por todo el país.

El FBI incluso ha sacado a la luz un mapa para identificar su trayectoria criminal durante 35 años: 93 víctimas confesadas por el propio asesino, de las que la Policía solo ha podido verificar 50.

Del resto, 43, solo saben lo que él cuenta y describe con todo detalle. Todavía se acuerda de cuánto pesaban, cuánto medían, de si las conoció en un bar o en la calle, e incluso de dónde se deshizo de sus cuerpos.

Y, aún así, los investigadores no han dado con ellas. Por eso, han subido a la red algunas de las confesiones de Little. Por si acaso alguien reconoce a las víctimas de las que habla.

Además, poseen los dibujos hechos por el propio asesino. Retratos de mujeres, la mayoría de raza negra, en los que incluso destaca cómo se maquillaban los ojos o si llevaban diademas o pañuelos en el pelo.

Él mismo se atreve a recordarlas con nostalgia: "Tenía un huequecito entre sus dientes", declaraba sobre una de ellas. A la primera de todas la mató cuando tenía 30 años, en 1970, y a la última en 2005.

Sin embargo, Little no fue detenido hasta hace siete años en Kentucky, cuando le arrestaron por un asunto de drogas, le tomaron muestras de ADN y le relacionaron con tres investigaciones no resueltas: las muertes de tres mujeres en Los Ángeles en los años 80. Las tres habían sido golpeadas y estranguladas, y todo hacía sospechar que la lista podía ser más larga.

Mientras, Samuel Little pasa los días en su celda, donde cumple cadena perpetua. Ahora queda por saber si, como él cuenta, detrás de cada dibujo también hay una víctima real.