China se blinda tras detectar menos de 700 casos de coronavirus en la provincia de Hebei. Allí, el Gobierno ha desplegado a cientos de sanitarios equipados con trajes protectores, una reacción que ha llevado a algunos expertos a cuestionar que las cifras reales del brote sean tan bajas.

El objetivo era realizar 11 millones de pruebas PCR en tan solo una semana, día y noche, sin descanso y también a todos los niños. Ya han terminado y piensan realizar una segunda ronda de test para que no se les escape ni un solo falso negativo.

Además, han levantado un macrolaboralotario en tan solo 10 horas para poder analizar un millón de muestras al día. Lo han hecho utilizando las instalaciones de unas pistas de tenis en la capital de Hebei, Shijiazhuang.

Y es que el Gobierno chino ha movilizado a toda su maquinaria para frenar este brote, desplegando incluso al Ejército para desinfectar calles y espacios públicos, mientras que los 11 millones de habitantes de la región apenas pueden salir de sus casas.

Las calles de Hebei, totalmente vacías, recuerdan a las de España en pleno confinamiento la pasada primavera. Mientras, los pocos puestos que están abiertos en los mercados de la ciudad de Langfang han sido arrasados: patatas, huevos y otros productos de primera necesidad están agotados.

Mientras, enormes colas de vehículos se acumulan para abandonar la zona y entrar en Pekín. En las carreteras se han levantado controles para exigir el código verde en el móvil -que identifica al ciudadano como sano- para poder pasar. Quienes no lo tienen y necesitan entrar en la capital para trabajar, tienen que hacerse el test en ese momento y hasta que no dan negativo no pueden avanzar.

Otra medida extrema adoptada por Pekín ha sido el éxodo forzoso y masivo por el que se han vaciado pueblos enteros. En el vídeo que acompaña estas líneas se puede ver el aspecto desolador de las 12 poblaciones cercanas a Gaocheng, donde más de 20.000 personas han sido obligadas a abandonar sus casas para ser reubicadas y aisladas.