La invasión rusa tiene ya una gran consecuencia económica en la zona del mar Negro, y cada día la situación en el puerto de Odesa es más grave. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha admitido que ya hay 22 millones de toneladas de grano bloqueadas allí. Esto provoca que el precio de los alimentos se haya disparado.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, ha asegurado este viernes que en mayo el precio de los cereales fue un 23% más alto que hace un año. Por esta situación cada vez es más frecuente escuchar una expresión: soberanía alimentaria.

¿Qué es la soberanía alimentaria? ¿Puede amortiguar los precios?

Lo que sabemos es que más de 20 países ya han recurrido a esa soberanía alimentaria y lo han hecho para combatir la inflación. Una inflación que se está agravando por el bloqueo del puerto de Odesa. El grano no sale, hay menos oferta y los precios se disparan. Y para hacerle frente, estos países han decidido cortar o restringir sus exportaciones. Una manera de nutrirse de sus propias reservas, y así protegen sus cultivos y controlan la inflación interna.

La India, el primero

El primero en hacerlo ha sido la India. A mediados de mayo cortó la venta al exterior de trigo y ahora ha parado también la de azúcar. Indonesia ha parado su exportación de aceite de Palma. Hungría también lo ha hecho con los cereales. En el caso de Serbia y Kazajistán han prohibido las ventas de trigo y de azúcar. Y así hasta 23 países.

Malasia, el más reciente

El último ha sido Malasia, que ha dejado de exportar pollos esta misma semana. Esta soberanía alimentaria protege a los ciudadanos del país que la practica pero castiga a los países más pobres. Porque hay todavía menos oferta y eso hace que aumenten más los costes.

Precisamente hoy se ha reunido el presidente de la Unión Africana, Macky Sall, con Vladimir Putin. Le ha pedido que desbloquee el trigo y los fertilizantes. La ONU también se ha pronunciado: teme un "huracán de hambruna" en estos países. Ha alertado de que 49 millones de personas estarían llamando a las puertas de esa hambruna en más de 40 países distintos y por eso han pedido que dejen de aplicar estas políticas proteccionistas.

No es la primera vez en la historia que los altísimos precios de los cereales provocan hambrunas y revueltas. Si nos remontamos al siglo XVIII, la guerra de las harinas en Francia tuvo su origen precisamente en la subida del precio del grano. Éste fue el antecedente de la Revolución Francesa.