Un 6 de junio, hace 78 años, los aliados asaltaban las playas de Normandía para liberar a Europa del nazismo. Fue una de las batallas más sangrientas de la Segunda Guerra Mundial, pero dio lugar al comienzo de la liberación de los territorios ocupados por la Alemania nazi.

En esa operación fue clave un espía español llamado Joan Puyol. Conocido como Arabel para los alemanes y Garbo para los británicos, Joan Pujol fue un doble espía que logró engañar a los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. laSexta Clave ha querido repasar su historia.

Joan Pujol trabajaba en una granja de pollos cuando se alistó en el servicio militar. Hasta ese momento, su vida no tenía nada que ver con las armas. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Joan quiere colaborar con los ingleses, con el bando aliado, pero aunque lo intenta en varias ocasiones, no lo consigue.

Así, decide algo inesperado: colaborará para los alemanes. Se ofrecerá como espía para, así, ayudar a los aliados. Una vez dentro del servicio secreto alemán, consigue convertirse en un verdadero espía de los ingleses.

Desde ese momento, Joan Pujol se convierte en Arabel para los alemanes mientras que para los ingleses ahora es el espía Garbo. Le llamaban así por su capacidad de engaño, por el papel de actor que en el que se introduce con los alemanes.

Para bordarlo, incluso creó una red ficticia con más de una veintena de espías e hizo que pareciera creíble llegando incluso a celebrar el funeral de uno de esos espías ficticios. Algo que no levantó ninguna sospecha para los alemanes, que incluso mandaron flores al funeral y se pusieron en contacto con su presunta viuda para que siguiera colaborando con ellos.

Garbo se comunicaba con los alemanes a través de cartas con tinta invisible, y su labor como espía fue fundamental en dos momentos de la guerra. El primero tuvo que ver con los misiles con los que los alemanes asesinaron a 6.000 ingleses. Los soldados nazis pidieron a Arabel que les informara desde el terreno si los bombardeos estaban acertando los objetivos. El espía les mintió en las coordenadas y consiguió que muchos explotaran a las afueras, salvando miles de vidas.

La segunda de su intervenciones decisivas se produjo en el desembarco de Normandia. Consigió que los alemanes creyeran que el desembarco real se haría por Calais, a 300 metros de Normandía. Fue tal la confianza en él que, además de mover sus tropas fuera de Normandía, le llegaron a condecorar. También lo hicieron los ingleses, pero en secreto y una vez que acabó la guerra.