Jorge Said es un periodista chileno que se encontraba en Afganistán cuando todo se precipitó. Había acudido para documentar el avance talibán, la vida para los afganos, el día a día en un país en guerra. Y, de repente, cayó Kabul. Él tuvo suerte, fue uno de los últimos en la ciudad que pudo salir. Said fue evacuado en uno de los últimos vuelos que pudo fletar España.

Said no perdió la oportunidad: grabó, grabó y grabó para que el mundo pudiera ver cuán complicado era poder escapar del horror. Este lunes ha relatado en Al Rojo Vivo cómo pensó que no lo conseguiría: "Estábamos a 150 metros de nuestro avión y no podíamos pasar".

"La comunicación con el personal consular da para película de espionaje", ha comentado. Los mensajes son por WhatsApp, concisos y precarios. "No sabes con quién estás hablando: te dan un nombre ficticio. Y tú tampoco vas a preguntar, ellos tienen sus motivos de seguridad".

"Los militares no podían salir a por nosotros"

Jorge Said pudo escapar en un vuelo del viernes noche, justo antes de que se terminara la misión. "La presión que se viene encima sobre todo sabiendo que mañana es la retirada completa y total de las fuerzas norteamericanas. Esa es la angustia que cae sobre gente muy asustada".

Su situación era complicada: no quería dejar el lugar sin echar una mano a la gente que le había ayudado a él a desarrollar su trabajo. Por eso, abandonó Kabul junto a tres afganas. Pero tenían que conseguir llegar a la entrada del aeropuerto.

"Las cuadrillas de militares españoles podían entrar pero podían tener problemas y que los estadounidenses nos devolvieran. En un momento yo vi a suizos noruegos y franceses hacer salvatajes rápidos, de cinco minutos, de salir y entrar. Pero a estas alturas ellos no podían salir, teníamos que nosotros entrar".

"Los talibanes pegaban con cadenas"

Fuera de los muros del aeropuerto, "los talibanes pegaban con cadenas, con palos, tiraban bombas de gas pimienta por todos lados. Con este tipo de vestimenta me ayudaba a disfrazarme. Ya no había vuelta atrás: cruzas una frontera talibán y no puedes deshacerlo".

Así, y horas antes del atentado, él se encontraba en medio del canal. "Apenas se puede respirar. La gente está asustada. Es el último gran obstáculo. Tardamos diecisiete horas en recorrer unos 4km, cada vez era más largo porque los talibanes no dejaban pasar. Hubo que cruzar campos de cultivo, conseguimos esquivar a los talibanes gracias a taxistas y locales que nos ayudaron. Íbamos entre medio de regadíos, campos y piedras".

"Cuando vi que se nos acababa el tiempo, me tiré al agua fecal, que llegaba hasta la cintura, con las cámaras y los discos duros en alto. Había que llevar una prenda roja. Luego un militar se apiada de nosotros y me identifican porque habían pasado la información: viene un periodista con tres mujeres, lleva una cámara en la mano y un pañuelo rojo. Y ahí me dicen 'Ya, sabemos quién eres' y se tiran las chicas al agua", ha afirmado.

Por eso, no tiene más que palabras de agradecimiento para las autoridades españolas. Especialmente, para los GEOs. "Ellos se jugaron la vida por personas como yo, cumplieron con una labor sobre todo humanitaria. Diecisiete policías de la Embajada en Kabul que ellos deciden quedarse por iniciativa propia para realizar labores de salvataje [salvamento]".