Salió del tren por su propio pie, pero Francisco José Garzón, el maquinista, desapareció en el accidente que describía así en una llamada al centro de control de Renfe, aún atrapado en la cabina: " Me despisté, tenía que pasar a 80 e iba a 190, algo así. Dios mío, dios mío, pobres viajeros".

Desde entonces está oculto y protegido por su familia y amigos. Y pese a que su abogado dice que no ha salido de Galicia, donde se vuelca en cuidar a su madre, sus vecinos de A Coruña ya no le ven.

Sólo un periodista de El Mundo pudo hablar con él la pasada: "Estoy tratando de superar la tragedia. Tengo ayuda psicológica para digerir el trauma del accidente. No me gusta hablar mucho de aquello, que bastante desgracia fue".

Necesitó más que cura para sus heridas, según Manuel Prieto Romero, abogado de Francisco José Garzón "SufriÓ estres postraumático importante, que necesitó asistencia psicológica y psiquiátrica".

Y aunque va mejorando, no volverá a ponerse a los mandos de un tren, "no es consejable. Tuvo licencia retirada por el juez 6 meses y ahora lo aconsejable es que la empresa suspenda la licencia porque no está en condiciones ni sería conveniente hacerlo" dice su abogado.

Él mismo reconoció ante el juez que perdió el control al coger una llamada en su móvil: "A mí me hizo una llamada el interventor. ¿Perdón? ¿Quién le hizo una llamada? El interventor del tren."

Y el informe que redactó el Ministerio de Fomento le señala como responsable del accidente, pero las víctimas no creen que sea el único.

La reciente imputación de 12 directivos de Adif ha aliviado levemente su sentimiento de culpa, pero dice que hasta que el juez no se pronuncie, no podrá superarlo.