Nunca imaginó que unas notas podrían salirle tan caras. Hoy Laila ha cambiado la banqueta del piano por otra muy diferente: el banquillo de los acusados.
Su vecina la acusa de contaminación acústica y lesiones psíquicas, su delito es tocar el piano. "Son muchos los puntos negativos que me ha provocado. De salud, de estrés…", explica la pianista.
La guerra comenzó hace ahora 10 años, cuando Laila estudiaba piano y vivía en su casa de Puigcerda. Practicaba con su instrumento todos los días, actividad que causó problemas a una de sus vecina, quien denunció el ruido excesivo e incluso problemas de ansiedad. “Me ha causado muchos nervios, mucha ansiedad, malas contestaciones a mi familia. Incluso hubo un momento que me quedé sin movilidad en el brazo por la ansiedad”, declara la afectada en sede judicial.
Tocaba, según la denuncia, en horario de oficina, por lo que Laila intentó tomar medidas drásticas. "Cuando me llegó la denuncia decidimos contratar un ingeniero acústico para que nos asesorara".
La denuncia incluye también a sus padres, que decidieron mudarse hartos de esta situación. El conflicto judicial, eso sí, siguió adelante, y hoy culmina en los juzgados.
"La petición de cárcel es una consecuencia de lo que prevé el código penal para estos hechos, no es que seamos más buenos o más malos", afirma un letrado.
Hoy Laila se gana la vida dando conciertos, profesión que peligra porque la fiscalía pide su inhabilitación. Un caso el piano se ha convertido en un doble instrumento, musical y de delito.
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