El fuego del siglo XXI está a las puertas de nuestras casas. Nos enfrentamos a una nueva generación de incendios: los 'superincendios'. Hoy se producen un 33% menos de grandes fuegos, pero son un 25% más grandes y más destructivos. Arrasan el 50% de toda la superficie quemada. Hace 20 años eran los responsables de solo el 27%.

"Con una capacidad de propagación altísima, se vienen hacia zonas donde hay población", declara Manuel Martínez. Bombero forestal de Galicia.

La catástrofe ambiental se convierte en una emergencia civil. "Salta igual por los pinares que por los jardines que por las urbanizaciones. Antes de hablar de cuántas hectáreas se han quemado, se habla de cuántas personas se ha desalojado y de cuántas carreteras se han cortado", añade Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España.

El descontrol urbanístico, con construcciones comidas prácticamente por la vegetación, añade más combustible. El incendio de Pedrogao en Portugal o el de Doñana en España alertan sobre lo que viene, si no se cambia la estrategia de actuación.

"No valen más hidroaviones no valen más puntos de agua, porque este tipo de incendios no vamos a apagarlos nunca con agua. Solo con gestión forestal", dice Lourdes Hernández, responsable de incendios forestales de WWF.

Una planificación que también debe tener en cuenta, aseguran, el abandono de los montes y el cambio climático. "La combinación de abandono del rural, temperaturas muy altas, vientos fuertes, condiciona que el fuego tenga una potencia descomunal", sentencia Martínez.

Los ecologistas pintan un futuro negro, por eso insisten en la necesidad de una mayor inversión en prevención.