El proceso de Kayla fue rápido, con cuatro años pudo contarle a su madre que era una chica, pero hasta entonces no acababa de ser ella misma. Su madre explica que "fue más sencillo porque el duelo fue antes, el no saber, no poder apoyarla porque no sabías por lo que estaba pasando".
Ahora, Kayla recuerda el primer día que asistió al colegio con vestido. Fue emocionante porque por fin era ella misma: "Iba nerviosa porque era una chica".