De clase media, nacido en el Medio Oeste americano, William Alexander Morgan tuvo una vida más propia de la ficción. Pasó del ejército de los Estados Unidos a trabajar en un circo en Florida y, de ahí, empezó a trabajar para la mafia.

Gracias a eso, contactó con los guerrilleros cubanos que se estaban organizando para combatir la dictadura de Batista. La organización para la que trabajaba Morgan les vendía armas a Fidel Castro, el Che Guevara y el resto de soldados y él lo dejó todo para subir a Sierra Madre y unirse a la Revolución cubana.

Una vida para la Revolución

Su visión era idealista. En su mente jamás hubo una búsqueda del poder. Solo quería liberar al pueblo cubano de una dictadura que había convertido la isla en el patio de recreo de millonarios y mafiosos (a veces las dos cosas a la vez) estadounidenses. Por eso, Morgan compartió con Fidel Castro y el Che Guevara una lucha que nunca quiso cambiar por un puesto en el gobierno.

En Sierra Madre conoció a su mujer, Olga Rodríguez. "Ella vino a las montañas huyendo de la policía secreta"

Su pasado como marine le sirvió para entrenar a las tropas revolucionarias: manejo de explosivos, combate cuerpo a cuerpo. Morgan formó a toda un cuerpo de guerrilleros conocido como el Segundo Frente Nacional, creado en Escambray y dirigido por el republicano español Eloy Gutiérrez Menoyo.

En Sierra Madre conoció a su mujer, Olga Rodríguez. Fue la primera mujer aceptada en la guerrilla. "Ella vino a las montañas huyendo de la policía secreta", confesaba el propio Morgan a un medio de Estados Unidos que le entrevistó en plena Revolución.

Una cabeza de medio millón de dólares

Sus capacidades militares y su liderazgo le llevaron a que fuera nombrado comandante de la Revolución cubana, el tercer comandante extranjero de la Revolución tras el Che y Menoyo. Su origen, en cambio, le convirtió en blanco del espionaje. El dictador dominicano Trujillo le quiso comprar con armas y dinero para la contrarrevolución, pero Morgan le engañó y entregó ambas cosas a Fidel Castro.

"¿Qué se siente cuando piden medio millón por tu cabeza? No está mal, pero tendrán que venir a por ella"

Ese idealismo hizo que su cabeza tuviera un alto precio. Cuando un periodista estadounidense le preguntó "¿Qué se siente cuando piden medio millón de dólares por tu cabeza?", él, sarcástico, respondió: "No está mal, pero tendrán que venir a por ella y eso será más complicado".

No a la doctrina comunista

Cuando triunfó la Revolución y Batista abandonó la isla, Morgan dio un paso atrás. Nunca simpatizó con el comunismo y vio con creciente preocupación el futuro de Cuba. Para él la Revolución había terminado y no quería saber nada ni cargos políticos ni de doctrinas.

Una posición que le llevó a alejarse de Castro y del Che. Sin embargo, no fue suficiente. Aquellas palabras de Fidel Castro en las que aseguraba a los medios yanquis: "Gratamente renunciaría a cualquier posición", nunca fueron reales. Fidel Castro impuso una dictadura comunista e inició una represión contra quienes se enfrentaron a él.

El anticomunismo de William Alexander Morgan era inaceptable en Cuba: fue detenido y finalmente, fusilado en 1961

Por eso, el anticomunismo de William Alexander Morgan era inaceptable en Cuba. Fue detenido y finalmente, fusilado en 1961. Un final trágico que David Grann recoge en El comandante yanqui en una de esas historias mucho más grandes que la vida que las contiene.

Sigue el canal de Ahora Qué Leo en WhatsApp para estar al tanto de todas nuestras reseñas, reportajes y entrevistas.