Lydia Roberts, de 21 años, estaba viviendo con su pareja, Adam Wells, de 27 años, en Radcliffe, Reino Unido, cuando descubrió imágenes de abusos infantiles de una web rusa en el teléfono de su pareja en julio de 2017, según publica 'Dailymail'. Ese día, Wells se había olvidado el teléfono en casa y fue cuando la joven encontró las terribles imágenes.

En ese momento, Roberts le exigió una explicación, sin embargo, el joven negó los hechos, pero lo que ella le escribió en un mensaje: "Adams tienes problemas. ¿Cómo puedes decirme que esto no es pedofilia?".

"Me ha arruinado la vida. He estado viviendo con un pedófilo"

Así, la pareja continuó discutiendo y la joven de 21 años le llegó a decir a Well que había "arruinado" su vida. A continuación, le denunció a la Policía y le mandó este desgarrador mensaje a su amiga Sophie Malik: "Me ha arruinado la vida. He estado viviendo con un pedófilo". Acto seguido, la joven se quitó la vida ahorcándose.

Wells encontró el cuerpo sin vida de su pareja

Tal y como informa 'The Sun', Wells se encontró el cuerpo sin vida de Lydia Roberts cuando llegó a casa que compartían a las 3:30 horas de la mañana tras llegar de una noche con los aimgos

Un año más tarde, en julio de 2018, el joven admitió en el juzgado tener 31 imágenes indecentes de niñas, por lo que tuvo que realizar 150 horas de trabajo no renumerado y pagar 85 libras a cada víctima.

Los padres de Roberts responsabilizan al hombre de la muerte de su hija

Desde ese momento, Michelle, la madre de Lydia Roberts responsabiliza a su expareja de la muerte de la joven. "Él es el responsable de lo mi hija hizo esa noche", ha contado a 'The Mirror'. Además, en un comunicado, la madre de la joven expresó que "Lydia se sintió violada, herida y disgustada por lo que encontró".

Michelle y su marido Eric se encontraban de crucero en Noruega cuando recibieron la trágica noticia de que su hija pequeña se había suicidado. El matrimonio, que tiene ocho hijos, trataron de hablar con Wells para pedirle explicaciones, pero tan solo intercambiaron unas pocas palabras. Fue Sophie Malik, la amiga de su hija, y la última persona a la que la joven envió un mensaje antes de suicidarse la que le contó a los padres de Lydia Roberts toda la historia.

Por su parte, el forense Zak Golombeck, quien llevó el caso de la joven, afirmó ante la Audiencia en Manchester que "con total evidencia, Lydia Roberts se había quitado la vida". Además, contó que la joven tenía "problemas mentales" y que "tenía antecedentes de haber querido acabar con su vida anteriormente, había sufrido depresión e incluso le habían mandado antidepresivos". Sin embargo, los padres dijeron que desconocían que su hija tuviera problemas mentales.

El abogado de la familia, Sefton Kwasnik, dice que todavía tienen preguntas sin responder sobre la muerte de la joven. De hecho, los padres quieren ver las imágenes que grabaron los agentes cuando entraron por primera vez al departamento de Lydia Roberts tras su muerte, así como el informe en el que viene la ubicación en la que se encontraba su pareja en ese momento utilizando la señal de su teléfono móvil. Por último, piden que la Policía rastree el teléfono de su hija porque, dicen, "nunca fue recuperado".

La investigación también ha revelado que Wells había cambiado su apellido posteriormente a Scott en un intento por conseguir trabajo.