El incendio que ataca Quesada, en Jaén, se vigila desde el puesto de control en Huesa. Desde ahí se coordina a medio millar de agentes para controlar un fuego que se resiste desde hace seis días.
Hay avances, pero, al sureste, hay un flanco que se resiste en el peor incendio de Andalucía en lo que va de año. En el embalse de Negratín cargan agua más de 20 medios aéreos. Desde el jueves, cuando se decretó alerta uno, les ayuda la Unidad Militar de Emergencias, pero ni aún así.
Empezó el pasado domingo en un paraje ahora carbonizado, y el terreno escarpadísimo, la ola de calor que no afloja y las rachas intermitentes de viento lo complican todo.
En los barrancos el calor abrasa, tanto que las pavesas vuelan hasta cien metros saltando los cortafuegos. Los bomberos incluso han creado fuegos controlados para que cuando llegue el incendio no encuentre por dónde avanzar. El objetivo es que las llamas no lleguen a la vegetación de ribera del Guadiana Menor. El Parque de Cazorla estaría a la otra orilla.
Andalucía no puede con tanto incendio. Junto al de Quesada los declarados esta semana en la Puerta de Segura, también en Jaén, el de Lújar, en Granada y Zufre en Huelva, ya han hecho que se superen las más 7.000 hectáreas que se quemaron durante todo el año pasado en Andalucía.