Ibrahim es de Guinea Conakry y hace dos años saltó la valla de Melilla. No sabía ni leer ni escribir, pero hoy habla perfectamente nuestro idioma, ha estudiado cocina y mecánica y tiene una pasión. "Me gusta el atletismo, me gustaría competir en el mundial", reconoce.
Es su manera de agradecer lo que han hecho por él. Trabaja duro y solo le hacen falta los papeles. Según su entrenador, Luis Alfonso Fernández, "a pesar de que aún no ha podido competir por no tener la ficha federativa, sí que estaría en marca de competir en un campeonato nacional".
Hasta que estalló la guerra en Siria, Yousseft tenía una vida normal. Con 16 años iba paseando con su novia por Damasco cuando ella se paró a atarse un cordón, un francotirador la tenía a tiro y la mató. "Yo estudiaba 2º de la ESO, vivíamos bien y sobraba dinero al mes", cuenta. Pero el cerco empezó a cerrarse en torno a él, al cumplir los 18 años los controles de policía eran cada vez más habituales para reclutarlo.
Tuvo que huir en avión y casi dos años después, estudia ingeniería. Es el primero de su clase porque a pesar de su corta edad, la vida le ha enseñado a no desfallecer. "No sé si es un sueño tonto, pero es el mío, que me pongan 'ingeniero Youssef", comenta el joven. En España han encontrado su sitio. Un buen país para volver a vivir.