Rute Zúñiga vivió una historia de terror en su propia piel. Cuando estaba en su comunidad fueron a buscarla con una excusa, diciéndole que querían saber el peso y la talla de mi hija. "Usted me está engañando", le dijo.

Allí había demasiadas mujeres y Rute empezó a sentir miedo. "Yo me quejaba y entre varias me quitaron la ropa y me pusieron una bata azul", recuerda. Luchó, pero no puedo escapar. "Me echan a la camilla, me dicen que cuente de uno a veinte", relata, momento en el que le trasladó al doctor su dolor, como puede verse en el vídeo.

"Estoy sintiendo la sangre que está caliente. Cuando me levanto, veo que me habían cortado como la boca de un bebé". Sin quererlo, se convirtió en una de las 270.000 mujeres víctimas de esterilizaciones forzadas en Perú. Fue durante el gobierno de Alberto Fujimori, un gobierno que hablaba de medidas para el empoderamiento de la mujer.

El perfil: mujeres campesinas pobres, muchas sin saber leer ni escribir. Sus propios médicos les fallaron, médicos a los que "les regalaban frigoríficos o viajes", afirma María Esther Mogollón, del grupo de seguridad de esterilizaciones forzadas en Perú.

Llevan luchando 25 años. Ahora, una corte de Perú escuchará sus historias por primera vez. Para las ONG que defienden su causa se trató de algo planificado. "Fue una política de estado porque hubo órdenes directas desde arriba", denuncia Raquel Reynoso, de la Asociación Ser y Manos Unidas.

Casi 2.000 mujeres forman parte del proceso, mujeres que todavía tienen secuelas y que han sufrido burlas y mofas, siendo tratadas por los médicos que las esterilizaron.