Consuelo lleva quince años postrada en una cama. Para moverla, su hija necesita una grúa y solo puede desplazarla en silla de ruedas. Con un grado máximo de dependencia reconocido, Consuelo necesita a alguien siempre a su lado. "Mi madre necesita ayuda constantemente y yo no puedo atenderla porque tengo que buscar mi futuro", cuenta su hija, Celsa Patac.

Hasta ahora su marido se encargaba de que no le faltase de nada mientras Celsa iba a trabajar. Pero ahora, con 91 años, la Xunta dice que ya no puede ser su cuidador. "Me da pena no poder cuidar a mi mujer por la edad que tiene ella y yo", ha explicado Baldovino Patao, el marido de Consuelo.

A cambio, la Xunta les ofrece un cuidador durante tres horas al día, pero ellos lo consideran insuficiente. Ahora el problema es todavía mayor: aún no les viene nadie ni tan siquiera ese poco tiempo. La explicación los deja perplejos. Celsa Patao ha contado que "ahora mismo hay un número determinado de cuidadores que están a tope, y hasta que alguno de los pacientes que cuidan fallezca, mi madre no tendrá ayuda".

La única comunicación de la Xunta de Galicia con esta familia fue a través de una carta en la que le dicen que, desde este momento, Consuelo tendrá una persona que le cuide (algo que no pasa) y que se queda sin prestación por su máximo grado de dependencia".

Al encargarse de su cuidado, esta familia recibía 490 euros al mes. Este verano, les comunicaron que cobrarían 70 euros menos. Ahora, también se quedan sin esa ayuda. Celsa denuncia que conoce otros casos como el de su madre, personas desatendidas cuando necesitan más atención que nunca.