Durante ocho años Rubén estudió en un colegio público hasta que la Junta de Castilla y León le echó y obligó a sus padres a llevarle a un centro de educación especial.  La Junta emitió un informe motivado, dicen los padres, por un profesor que no le aceptaba.

“Voces, gritos y especialmente a Rubén le tiraba una silla o incluso llegó a querer tirarle por la ventana”, asegura la madre. Desde que lo echaron del colegio, Rubén lleva tres años estudiando en casa porque sus padres defienden que su hijo tenga una educación inclusiva.

Beatriz Prieto, directora comunicación de Down España cuenta que “lamentablemente en España existen más casos como el de Rubén”. “Se está segregando a niños con síndrome de Down que podrían estudiar en colegios ordinarios que no lo están haciendo porque no les están dando la oportunidad”, añade.

Aunque estaba integrado en el colegio, la justicia española no apoya a sus padres y les ha llegado a imputar un delito de abandono por no querer escolarizarle en un centro especial. Pese a esto, están dispuestos a seguir peleando porque Rubén quiere volver a su colegio y demostrar a todos que puede aprender como cualquier otro niño. “El desgaste personal y económico es muy fuerte, pero nosotros apostamos fuerte. La dignidad y el derecho de nuestro hijo no tienen precio”, afirma el padre.