Después de romper con su novio, Marta seguía teniendo una buena relación con él. Tan buena, que compartían el ordenador que ambos compraron: "Me preguntó que si estaba conociendo a alguien. Me empezó a decir que era una mentirosa, que le estaba engañando, y me enseñó el ordenador. Me enseñó todos los emails que había enviado y recibido con otra persona, y me dijo que me había puesto un programa en el que se queda reflejada cualquier cosa que yo hiciera en el ordenador".

Su expareja le había instalado una aplicación espía para controlar cada uno de sus movimiento, sin que ella lo supiera: "Es un delito de descubrimiento y revelación de secretos, y conlleva penas en el tipo básico de entre uno y cuatro años, es decir, no es ninguna broma" explica Óscar de la Cruz, comandante de la Guardia Civil en la sección de delitos telemáticos.

La aplicación no es ilegal, pero sí el uso que se haga de ella. Acudimos a un perito informático para ver hasta qué extremo pueden llegar estos programas: "Vemos que el teléfono móvil está apagado, no se enciende, no hace ningún ruido. Sin embargo el programa ya está mandándole al teléfono una orden al teléfono para que con la cámara delantera nos haga una fotografía. Vemos que se ha hecho una fotografía sin ningún movimiento en el teléfono" explica Carlos Aldama.

¿Y cómo podemos saber si nos están espiando? "Si la batería te consume más de lo normal, ver si el teléfono se está calentando mucho" dice Aldama. En el último año dos hombres fueron condenados en España por usar estas aplicaciones. Pero para condenarles, es necesario que la víctima denuncie: "No podemos acceder a esa esfera de intimidad de esa persona aunque sea nuestra pareja, aunque tengamos una relación, y que eso está castigado" dice De la Cruz.

Cada vez son más los jóvenes que usan este tipo de aplicaciones sin saber que están cometiendo un delito que les puede llevar a prisión.