Las imágenes de becerradas con animales jóvenes toreados y matados tras largas agonías por no profesionales son comunes. Apenas aciertan con las banderillas, ni con el estoque. El momento de la puntilla se convierte en una agonía que dura minutos, y tras la que, con el toro aún vivo, se le corta el rabo.

Otro becerro, porque son animales menores de dos años, se niega a retirarse de las tablas, pese a que los vecinos lo intentan a patadas. Es el caso de las becerradas de Zarzalejo, en Madrid.

Pero podrían llegar a su fin, porque Cristina Cifuentes dice que podrían incumplir la Ley de Protección de los Animales de la Comunidad, que permite los encierros y demás espectáculos taurinos siempre que no se maltrate y agreda a los animales.

Y éste podría ser el caso. La presidenta de la Comunidad de Madrid dice que defiende "las fiestas con toros, pero que este comportamiento no tiene nada que ver con ellas".

Ante la polémica, la alcaldesa de Zarzalejo dice que lleva dos semanas intentando llegar a un acuerdo con los mozos y defiende que “sean profesionales quienes den muerte a los animales”. Hará una consulta popular con la opción de 'becerros sí' o 'becerros no'. Los mozos no quieren salir en televisión porque se sienten amenazados en las redes sociales, pero dicen que acatarán el resultado de la consulta.