Esteban, el portero de una finca de la calle de la calle madrileña Alcalá, fue hallado muerto con una puñalada en el cuello dentro de la casa de un vecino conflictivo del edificio, a quien la Policía ahora busca por el asesinato. Cuando su hijo vio las imágenes de las cámaras de seguridad del edifico en las que salía su padre subiendo hacia el primer piso, se temió lo peor. "Cuando vi en las imágenes que mi padre subía a la zona de ese hombre, el más conflictivo de la comunidad, dije: 'ya está muerto'", expresa le hijo de Esteban.

El presunto asesino, Alfredo, apodado 'El gorila' por algunos vecinos en el barrio, fue la primera persona en la que pensó la familia de Esteban "porque le había estado pidiendo dinero y tenía deudas". "Seguro que le quiso ofrecer algo, vendía hasta la ropa de su madre fallecida. Y mi padre que es muy servicial, subió", cuenta el hijo del portero fallecido.

Las sospechas sobre el presunto asesino aumentaron cuando comprobaron en las imágenes que solo 30 minutos después de subir su padre a su vivienda, Alfredo bajó las escaleras y salió del edificio. Y lo hizo aseado, con ropa limpia, algo que extraña a Esteban hijo "cuando es un hombre que tiene síndrome de Diógenes" y, además, "tenía un objeto tapado con toallas que parecía un cuchillo".

Por si fuera poco, Alfredo modificó parte de la portería para simular que Esteban se había marchado. "Coloca la silla del mostrador y apaga la luz para hacernos creer que mi padre ha salido", señala Esteban, hijo del portero asesinado.

Todos estos indicios, las imágenes de las cámaras de seguridad y el supuesto carácter conflictivo del vecino que la familia de Esteban trasladó a la Policía no fueron suficientes para que los agentes tirasen la puerta abajo del 1ºC. Y es que las cámaras grabaron a Esteban subiendo las escaleras no le grabaron entrando en ninguna vivienda. Así, según la jueza, no existía una certeza de que estuviera allí, cuenta la familia.

Tal y como apuntan fuentes policiales, la Policía solicitó la orden judicial a las 12:30 del miércoles (mientras que a las 11:00 horas Esteban hijo ya había visto toda la secuencia de lo que pasó), pero la jueza no autorizó la orden de acceso a la vivienda hasta 12 horas más tarde. De esta forma, no sería hasta las 3:00 horas del día siguiente cuando los bomberos accedieron al interior a través del balcón de la vivienda.

Para algunos expertos, este tiempo de espera fue excesivo. "Hay que saber lo que ha sucedido en este caso concreto, si es que se ha dilatado mucho la investigación, si es que el juzgado tenía sobrecarga de trabajo, pero normalmente cuando un juzgado está de diligencias esto se atiende", explica Nuria Granda, abogada penalista de Granda Abogados.

Sin embargo, Ignacio Sanz, socio director de Sanz Cabrejas abogados, explica que es el tiempo que se requiere para tener una orden judicial que garantice que las pruebas recabadas se consideren válidas. "Una entrada y registro no tiene por finalidad descubrir la comisión de un delito, sino reunir pruebas. Es importante tener presente que quizás si la Policía hubiera entrado sin orden judicial, a lo mejor eso habría dado lugar a una posible nulidad de todas las pruebas obtenidas en esa entrada y quizá a no tener elementos de prueba contra la persona responsable de los hechos", subraya Sanz.

Los tres supuestos en los que se permite entrar en un domicilio

La ley solo permite entrar en un domicilio bajo tres supuestos: con el consentimiento del propietario, con una orden judicial, (hay que documentar los indicios para llevárselos al juez), o si se está cometiendo un delito flagrante. Pero ¿qué es un delito flagrante? "Tener motivos fundados para creer que en ese momento se está produciendo un delito, como escuchar gritos de auxilio, por ejemplo", apunta el socio director de Sanz Cabrejas abogados.

Tirar la puerta abajo, sin estar amparado por alguno de estos supuestos, conllevaría un delito de allanamiento de morada con penas de prisión de hasta cuatro años y la inhabilitación en el caso de los policías.

Pese a esto, al igual que para algunos expertos, para la familia de Esteban, el tiempo que pasó entre que ellos vieron las imágenes hasta que entraron en la vivienda de su vecino fue excesivo. Fueron horas de desesperación y angustia esperando noticias sobre el paradero de su padre con la firme convicción de que estaba en la vivienda donde apareció su cuerpo.

Hoy Esteban, que atendía a los medios desde el tanatorio donde velaban a su padre, ha querido ser muy tajante. "Hay que pedir responsabilidades. Quiero cambiar la ley para que nadie sufra lo que he sufrido yo. Con estos indicios, que alguien pueda abrir una puerta. Incluso me tocó a mí con mi primo ir abriendo todas las puertas de todos los vecinos de ese lado de la escalera para demostrar a la policía que mi padre no estaba en ninguna de ellas, para que me creyeran", ha declarado.

Este viernes se ha celebrado el entierro de Esteban en el cementerio sur, en Madrid. Su presunto asesino, Alfredo, aún sigue desaparecido.