Fue una de las imágenes de la indignación, pescadores gallegos agrediendo al presidente de la Diputación en Aguiño. 11 años después, su protagonista, Víctor sigue viviendo del mar. Y pensando que nadie ha hecho suficiente por ellos. "No hay indemnizaciones, no pasa nada, no hay responsabilidad política, ni penal ni de ningún tipo", explica el bateeiro Víctor Dios.

Toda su familia se tiñó de negro luchando contra el chapapote. Y hoy sufren las consecuencias. “Tengo problemas que antes no tenía de respiración, una especie de asma, pero claro no son los que mandan quienes tienen esos problemas y no les importa”, sentencia Nito Dios, bateeiro.

Investigadores españoles se empeñaron en demostrar que el fuel no solo dañó el medio ambiente. Aún siguen estudiando los efectos en la salud: la exposición al chapapote ha provocado graves síntomas respiratorios.

José dice que siempre dio las indemnizaciones por perdidas. Piensa que lo que se perdió con el Prestige, nunca se podrá recuperar. “El mar no está criando igual que antes, hay desprendimiento de mejillón, las almejas son más pequeñas…”, asegura el marinero José Vázquez

Nada comparado con el año terrible que recuerda Luisa. 6 meses sin producto que vender... Y otros tantos sin clientes. Después de la catastrofe nadie quería comprar.

No recibió ni un euro de ayudas. Tampoco lo recibirá ahora. Sin culpables de la tragedia del Prestige: ellos son los verdaderos condenados. Ni pescaderías, ni restaurantes, ni setarias tuvieron indemnizaciones. Apenas los pescadores que lo dieron todo por salvar la costa gallega. Y que 11 años después, no recibirán nada.