En las elecciones catalanes del 14 de febrero, el mayor rival que podrían enfrentar los partidos es la abstención. "Antes de que llegara la fiebre del 'procés', la participación estaba entre el 54% y 64%. Por debajo del 60% se podría considerar baja", ha señalado Ignacio Jurado, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Oxford. Apenas hay dudas de que bajará con respecto a los últimos comicios.

En diciembre de 2017 se batieron todos los récords electorales: casi ocho de cada diez ciudadanos votaron. Y hay otra diferencia entre ambas citas: el coronavirus y el clima social; entonces, se votó con el 155 vigente. "No vamos a saber si esa caída de participación es resultado del coronavirus o de una desmovilizacion porque se preciben como unas elecciones menos trascendentales en Cataluña", ha considerado Lluis Orriols, politólogo y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid.

Los datos muestran también que el inicio del procés marca un antes y un después en la participación. Desde 2012, las tasas de participación no han dejado de subir. Y otro factor a tener en cuenta esta vez es el aumento del voto por correo en hasta un 277%. Esto, según Jurado, va a hacer "que los avances de participación sean muy poco útiles", y ha precisado: "Vamos a tener avances muy bajos, pero no significa que la participación caiga tanto".

Este pasado verano, otras dos Comunidades, Galicia y Euskadi, votaron también en Pandemia, y cayó la participación; en las gallegas, en torno a un 5%; y en las vascas, un 9%. Tradicionalmente, para medir la lealtad del voto, rige el nivel educativo y la edad. "Los mayores son más propensos a mantener la participación. ¿Qué va a pesar más, el miedo a la pandemia o el hábito de voto?", se ha preguntado Orriols. La cita electoral que menos logró movilizar a los catalanes fue la de 1992, en el ecuador de la 'era Pujol'.