La relación de Artur Mas y la CUP viene de lejos. El abrazo entre el president en funciones y David Fernàndez, entonces diputado de la CUP, durante la consulta del 9N en 2014 evidenciaba el acercamiento entre dos ideologías distantes. Ambos tenían en común un proyecto independentista.

Pero, un año después, en las elecciones del 27 de septiembre, las aspiraciones de ambos quedaron diluídas por los resultados. "No hemos ganado el plebiscito y, por lo tanto, no hay declaración unilateral de independencia", afirmo Antonio Baños la misma noche electoral.

Desde entonces, si algo caracteriza la relación de Mas con la CUP es la negación de ésta última a apoyar su investidura como president, que es la idea que han mantenido durante estos meses.

Y, según aseguran, tienen motivos. "Por las vinculaciones que tiene el president Mas a los recortes, a las privatizaciones y a todas estas políticas de estos años, nosotros no votaremos a favor de esta investidura", afirmaba Baños en 'El Intermedio' el 30 de septiembre.

Y no lo hicieron. En la primera votación, Mas se quedó a 11 puntos de lograr la investidura mientras el candidato de la CUP aseguraba que no era "un no catastrófico, no es un no que cierra puertas sino todo lo contrario, es para obtener un sí mucho mejor, esperamos que en breve plazo".

Pero en la segunda sesión volvió a imponerse el no y Baños seguía afirmando que era "un no tranquilo". Esto no convenció a Mas, que aseguró que prefería "un sí intranquilo que un no tranquilo".

Serán de nuevo los votos de los diputados de la CUP, y por tercera vez, los que decidan el futuro de Artur Mas en el Parlament.