Ha llegado el día. Desde este martes, 31 de agosto de 2021, ya no hay militares estadounidenses en Afganistán. No hay control internacional. El dominio talibán ha inundado la última extremidad occidental que quedaba en tierra afgana: el aeropuerto de Kabul, que durante más de una semana ha supuesto la puerta de salida para miles de colaboradores.

Los talibanes han celebrado el inicio de su hegemonía como una fiesta, en la que, sin embargo, no podían faltar los tintes bélicos. Donde en otra ocasión habrían sido los fuegos artificiales los protagonistas en el cielo, en Kabul han sido los disparos. Metralletas apuntando a las estrellas que han dibujado una escalofriante metáfora de lo que se avecina en tierras afganas: EEUU se ha ido, pero la violencia se queda.

La conquista del aeródromo se ha producido esta madrugada, tan pronto como el último soldado estadounidense, el general de División Chris Donahue, se ha montado en el avión de carga C-17 para salir del país. Fuerzas especiales de los talibanes, de la conocida como unidad 313 Badri, entraron en el recinto aproximadamente una hora después de que esto se produjera.

Imagen de los disparos talibanes en el cielo de Kabul tras la marcha estadounidense

Los talibanes sacan pecho: "Es una gran lección para otros invasores"

Por primera vez en más de veinte años, los talibanes tienen el aeropuerto y, por ende, el país. "Nuestro país y los afganos han logrado su plena independencia", esgrimía a Efe uno de los principales portavoces de los talibanes, Qari Yusuf Ahmadi.

También Zabihullah Mujahid, principal portavoz talibán, ha sacado pecho e incluso califica de "derrota" la marcha de EEUU: "La derrota de Estados Unidos es una gran lección para otros invasores", ha expresado, no sin destacar que la intención sigue siendo "tener buenas relaciones" con Occidente.

Los disparos resonaban en la capital, generando incluso el pánico entre algunos ciudadanos. La situación fue tal que Mujahid avisó en Twitter a la población de que no había nada que temer, sino que "los sonidos de los tiroteos en Kabul son disparos de celebración".

"Se pasa una página oscura de la historia. Bajo el liderazgo del Emirato Islámico (como se autodenominan los talibanes), la nación muyahid afgana triunfó victoriosa", insisten desde la organización fundamentalista, que, no obstante, todavía no tiene las fuerzas para asegurar el país.

La nueva era talibán, con una crisis humanitaria en el horizonte

Con Estados Unidos y el resto de colaboración internacional fuera de la ecuación, ahora la gran pregunta es qué va a pasar con quien se ha quedado en el país. Con quien no ha podido salir del aeropuerto o para quien las carreteras nunca han sido una opción.

En este sentido, minutos antes de que Estados Unidos anunciara la retirada total de las tropas de Afganistán, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó este lunes una resolución en la que el organismo expresa que "espera" que los talibanes cumplan su compromiso de permitir que los afganos abandonen el país. De esta forma, el ente solicita la reapertura "rápida y segura" del aeropuerto.

Sin embargo, el documento no describe qué consecuencias habrá si la milicia insurgente no cumple su palabra, ni tampoco demanda una zona protegida bajo mandato de la ONU en la capital afgana, como quería París. La resolución, además, no salió adelante por unanimidad, debido a que contó con 13 votos a favor y la abstención de China y Rusia.

Este hecho pone sobre relieve la preocupación de miles de personas. Múltiples organizaciones internacionales advierten de que la crisis humanitaria ya existe en Afganistán, pero esta solo crecerá con el paso de los meses. De acuerdo con Unicef, 10 millones de niños ya necesitan asistencia humanitaria en el territorio afgano, mientras otras 14 millones de personas no tienen para comer.

A ello se le suma la escalada de violencia que se espera en el país en los próximos meses. Con una fuerte rivalidad entre afganos y terroristas del Estado Islámico y con la amenaza que se cierne, sobre todo, sobre las mujeres y las niñas, que temen por una pérdida de derechos tras más de 20 años de ocupación internacional.

Incapacidad para controlar el país y peligro yihadista

Y los recursos no son el único problema a la vista. Como ya demostraron los atentados del pasado jueves, el autodenominado Estado Islámico sigue presente en el país. Los talibanes han mantenido durante muchos años vínculos estrechos con Al Qaeda, pero este no ha sido el caso con el Daésh.

Tal y como explicaba en Más Vale Tarde Jesús Núñez, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, los talibanes "van a tener muy difícil mantener sus vínculos". Estos se comprometieron en el acuerdo de febrero del pasado año con Estados Unidos a hacer lo posible para que el terreno no fuese usado por los yihadistas, pero, según Núñez, "no tienen ni la capacidad" para hacerlo.

"No tienen la capacidad de controlar su propio país. Afganistán es un lugar de descontrol en el que viene más violencia a la vuelta de la esquina", apuntaba el experto. Un hecho que se agrava con el ascenso del ISIS-K, la filial del Estado Islámico en Afganistán que, de acuerdo con la ONU, está en expansión: según algunos cálculos, al medio plazo podría contar con hasta 10.000 combatientes.

Números que, ante la debilidad de fuerzas del Gobierno talibán, prometen una escalada de terror en la zona. Todo ello, mientras la peor parte sigue siendo para la población civil: sin ir más lejos, las Naciones Unidas prevén que haya más de 500.000 refugiados afganos antes de que termine 2021.