La sonrisa de Saja sigue intacta, aunque la guerra en Siria se llevara a su padre, su hermano y sus amigos. "Mis amigos murieron cuando nos bombardearon. Mi amiga Fátima, Zahra", explica.

Su recuerdo antes de las bombas es que "la vida era maravillosa". La guerra también le arrebató una pierna, pero no la ilusión, sueña con ser profesora de gimnasia y nada la frena: "Me gusta el fútbol, cuando juego no siento como si hubiese perdido nada".

Omar, con 17 años ha decidido huir de la guerra en su país, Senegal. Allí deja a su hermano, sus padres murieron: "En la tele he visto cómo los barcos se hunden y cómo las personas mueren, pero no tengo miedo".

"Son niños que han visto que sus escuelas ahora son lugares donde hay combates, son niños que están expuestos a la violencia sexual y se enfrentan a pasar hambre", señala Diana Valcárcel, directora de comunicación de Unicef España.

Son niños como Bismah, desnutrida, su madre la ha llevado al hospital: "Sólo puedes comprar harina si tienes mucho dinero. No tengo esperanzas de futuro porque no hay nada". Veva, está convencida de lo contrario. La guerra destruyó su casa en la República Centroafricana, pero es afortunada, ella puede ir a la escuela.

Son historias que encogen el alma, de niños que a pesar de todo siguen soñando con tener un futuro.