Pasta contra Mussolini
La historia de los macarrones antifascistas: cómo un plato prohibido se convirtió en un símbolo de resistencia en Italia
Los detalles Durante la dictadura fascista, Mussolini prohibió la pasta para impulsar el arroz. En 1943, la familia Cervi rompió esta norma cocinando macarrones para todo su pueblo, celebrando la caída del dictador. Desde entonces, cada 25 de julio, Italia mantiene viva esta tradición antifascista.

Resumen IA supervisado
El pecado de Alcide Cervi no fue político ni violento; su crimen fue cocinar macarrones para todo su pueblo, celebrando la caída de Mussolini con un plato prohibido por el dictador. En julio de 1943, mientras Mussolini era destituido y arrestado, la familia Cervi organizó un banquete en Lombardía con macarrones, desafiando la prohibición del régimen. Aunque Mussolini recuperó el poder y persiguió a los Cervi, ejecutando a sus siete hijos, la tradición de los macarrones antifascistas perduró. Cada 25 de julio, se celebra en Italia y, desde este año, también en España, recordando la libertad y la identidad nacional.
* Resumen supervisado por periodistas.
El pecado de Alcide Cervi no fue político, ni violento. Su crimen fue cocinar macarrones. Y no para él, ni para su familia: cocinó para todo su pueblo.
Quería celebrar la caída de Mussolini con el plato que el dictador había prohibido, y así nació una tradición que hoy —82 años después— se sigue celebrando cada 25 de julio en Italia... Y desde este año, también en España.
El día que cayó Mussolini (y subieron los macarrones)
Julio de 1943. Italia está en guerra. Roma es bombardeada, los aliados avanzan por el sur del país y el régimen fascista de Benito Mussolini empieza a tambalearse. Ese 25 de julio, el rey Víctor Manuel III —quien llevaba 20 años de buena relación con 'Il Duce'— decide apartarlo del poder. Lo destituye y ordena su arresto. La votación del Gran Consejo Fascista es clara: 19 votos a favor de echarlo, ocho en contra, una abstención. La radio anuncia su sucesor: el general Pietro Badoglio.
En muchas ciudades italianas hay celebraciones espontáneas. Pero en una pequeña localidad de la región de Lombardía, la familia Cervi organiza algo distinto: una gran comida popular, un banquete en plena plaza con un plato que llevaba años prohibido... macarrones con mantequilla y queso.
Y ahí está el detalle: Mussolini había prohibido la pasta. En su intento de hacer a Italia autosuficiente, consideraba que el país dependía demasiado del trigo extranjero, así que impuso el arroz como alimento "nacional". Según él, la pasta era una moda burguesa y extranjera.
Pero para los Cervi, campesinos antifascistas, cocinar macarrones era mucho más que preparar un almuerzo: era un acto político. Un gesto de libertad. Una forma de decir 'Italia vuelve a ser nuestra'.
La represión vino después
Ese gesto les costaría muy caro. Meses después, en diciembre de 1943, Mussolini fue liberado por los nazis y reinstauró su dictadura en el norte del país. Alcide Cervi y su familia fueron perseguidos. Sus siete hijos —todos activistas y resistentes— fueron capturados y ejecutados por orden del nuevo régimen.
"Incendiaron la casa, dispararon. Se llevaron a las mujeres y los niños con dos lanzas", recordaba Alcide años más tarde, en una entrevista de archivo de 1961.
Una fiesta que sobrevive
Pero ni el miedo ni los fusilamientos borraron aquel gesto. Con el tiempo, aquella comida con sabor a libertad se convirtió en una tradición. Cada 25 de julio, cientos de pueblos y ciudades italianas sirven macarrones antifascistas para recordar ese momento: el día en que un pueblo celebró la caída de una dictadura con un plato prohibido.
Hoy, más de ocho décadas después, la tradición se ha internacionalizado. Este año, por primera vez, también se ha celebrado en España. En Madrid, un grupo de ciudadanos organizó su propio banquete de macarrones en una plaza.
Uno de los impulsores del evento, Miguel Ángel Almodóvar Martín, lo resume así: "Lo que estamos celebrando con este banquete de macarrones antifascistas es el momento en que Mussolini es destituido, el 25 de julio del 43. En un pueblo del norte de Italia organizan una fiesta popular cocinando macarrones para todo el mundo. Con eso celebran la caída del dictador y, al mismo tiempo, recuperan algo tan sencillo y simbólico como la identidad nacional"