El que fuera obispo entre 1971 y 1996 de la diócesis de Ballarat, en el estado de Victoria (sureste), Ronald Mulkearns, dijo que nunca preguntó directamente a los sacerdotes si habían abusado de menores, sino que lo sabía a través de los informes de los psicólogos.

Sólo en Ballarat, al menos 14 religiosos fueron denunciados por 130 casos de abusos sexuales contra menores desde los años 60, 70 y 80, y muchas víctimas se suicidaron varios años más tarde debido a los traumas. Uno de los sacerdotes pederastas fue Gerald Francis Ridsdale, condenado a 8 años de prisión en 2014 por decenas de casos de pederastia, incluido contra su propio sobrino, entre 1961 y 1981.

Durante décadas, los supuestos pederastas eran trasladados a otra diócesis por las autoridades eclesiásticas, pero nunca se denunciaban a la Policía. "Realmente no sabía qué hacer o cómo hacerlo. Había problemas con los sacerdotes en la diócesis y yo no supe afrontarlo tan bien como debería.

Y me gustaría decir que lo siento terriblemente por no haber hecho entonces las cosas de forma diferente", indicó el exobispo ante la comisión en Sídney.