Abdul cruzó el Mediterráneo en 2015 huyendo de la guerra de Siria, donde vio y sintió las torturas de Daesh. Con 15 años fue secuestrado en Alepo y encerrado en una cárcel junto a 300 niños. "Tenían una habitación de tortura", explica.

El joven vivió un infierno durante cuatro largos y traumáticos meses, hasta que consiguió que un terrorista le dejase la llave del baño, donde escapó por una ventana.

Lo primero que hizo fue contactar con los suyos, que le daban por muerto. "Llamé a mi madre y se le cayó el teléfono”, recuerda emocionado.

Después inició un peligroso viaje, atravesó el Egeo hasta Grecia de noche y en 22 días recorrió nueve países hasta llegar a España.

"Era un niño, era menor de edad, pero lo que he visto en mi vida son cosas de mayores", asegura. Ahora, con 17 años, sueña con regularizar su condición de refugiado y poder traer a España al resto de su familia.