Según fuentes policiales, los integrantes de la actuación compraron una bengala más barata, pero que sólo debe ser usada en exteriores. Las bengalas de exteriores cuestan menos de un enuro, mientras que las de interiores, cuestan más de veinte. Pero ésta sólo fue la sentencia del infortunio. Además, están investigando la causa por la que los extintores no funcionaron correctamente.

El aforo del local era de 700 personas, aunque parece que había 1300. Pero lo peor ha sido el material utilizado para insonorizar la sala. Era inflamable y tóxico y las salidas de emergencia estaban mal señalizadas. Esta mala señalización provocó que muchos confundieran la salida con los baños, donde se encontraron decenas de cadaveres. Había una única puerta, aunque la ley exge que haya dos.

Las protestas se han desencadenado. La población civil de Brasil pide que se castigue a los culpables que, por su irresponsabilidad, desencadenaron la masacre. Las protestas no sólo van dirigidas a los causantes de la tragedia, sino que también hacen referencia a la prefectura, a la que acusan de dejarse sobornar. Ahora afirma que los papeles de la discoteca estaban en regla.

Una serie de circunstancias, errores, malas decisiones y corrupción que ha dejado un buen saco de víctimas.