la mayor explosión no nuclear registrada
Cinco años de la tragedia de Beirut: más de 200 muertos, miles de heridos en la explosión y muchas preguntas sin respuesta
El contexto El Líbano ha rendido homenaje a las víctimas en un acto celebrado en el puerto de Beirut, donde se inauguró la calle 'Víctimas del 4 de agosto'. Durante la ceremonia, el primer ministro Nawaf Salam hizo un llamado a la justicia en nombre de toda la nación.

Resumen IA supervisado
Cinco años después de la devastadora explosión en el puerto de Beirut, que dejó más de 200 muertos y miles de heridos, el Líbano continúa exigiendo justicia. En un acto conmemorativo, el primer ministro Nawaf Salam inauguró la calle 'Víctimas del 4 de agosto' y enfatizó la necesidad de revelar la verdad y juzgar a los responsables. La explosión, causada por el almacenamiento negligente de nitrato de amonio, aún no ha sido completamente investigada debido a interferencias políticas. Las familias de las víctimas, como Mariana Foudalian, siguen reclamando justicia, no solo judicial, sino también política y moral, para evitar que tragedias similares se repitan.
* Resumen supervisado por periodistas.
Cinco años después de la tragedia que arrasó el puerto de Beirut y dejó más de 200 muertos y 6.500 heridos, el Líbano sigue reclamando justicia. Este domingo, el primer ministro Nawaf Salam ha presidido un acto de homenaje en el lugar de la explosión, donde se inauguró la calle 'Víctimas del 4 de agosto'. Acompañado por autoridades, familiares y sobrevivientes, Salam advirtió: "Revelar la verdad sobre lo que ocurrió en la explosión del puerto y juzgar a los responsables no es una demanda personal, sino una causa nacional", ha afirmado Salam durante el evento, que congregó a una multitud, entre afectados, familiares y amigos de las víctimas.
En su intervención, ha remarcado la necesidad de impartir justicia y rendir cuentas con el objetivo de depurar responsabilidades sobre la explosión que tuvo lugar en una nave del puerto donde estaban almacenadas desde hacía seis años cientos de toneladas de nitrato de amonio sin medidas de protección. "Sin justicia no hay sentido de la ciudadanía y del Estado, ya que no hay Estado sin ley, no hay ley sin jurisdicción, y no hay jurisdicción sin rendir cuentas. La impunidad no fue un caso excepcional, sino que se convirtió en una cultura que obstaculizó la reforma, deformó la soberanía y socavó las instituciones", ha agregado.
El Líbano lleva un lustro esperando los resultados de la investigación judicial sobre la explosión, que ha sido obstaculizada reiteradamente por ex altos cargos sospechosos en el caso hasta el punto de que estuvo suspendida durante casi tres años seguidos, como alertaron numerosas organizaciones. "En este contexto renuevo otra vez el establecimiento de un país fuerte, justo y de soberanía", afirmó el primer ministro en el acto en memoria de las víctimas, donde reiteró: "El único camino para lograrlo es el continuo en la reforma política, financiera y administrativa".
Nawaf Salam cortó una cinta blanca como parte del acto de inauguración de la calle 'Víctimas del 4 de agosto', donde también se plantaron árboles que lucían una placa con el nombre esculpido de cada una de las víctimas.
¿Qué pasó el 4 de agosto?
Ese martes de 2020, a las 18:07, una gigantesca explosión sacudió Beirut. En la zona portuaria, cientos de toneladas de nitrato de amonio, almacenadas sin seguridad durante seis años en un galpón, estallaron tras un incendio. El estallido fue tan potente que se convirtió en la mayor explosión no nuclear registrada en la historia moderna.
Entre las primeras víctimas estuvieron diez bomberos del barrio de Karantina. Habían acudido a sofocar el incendio sin saber que estaban a punto de enfrentarse al desastre. "Uno de ellos pidió refuerzos. Apenas salieron los demás del cuartel, explotó todo", recuerda Ali Najem, jefe de comunicación del batallón. Aquella llamada salvó vidas: los dormitorios quedaron destrozados. Si hubieran estado allí, hoy habría más fotografías en la fachada de la estación.
La onda expansiva devastó barrios enteros. Paul Naggear lo perdió todo: su casa, su cotidianidad y a su hija Alexandra, de tres años. La niña fue alcanzada por la explosión mientras jugaba en el salón de su casa, a solo 800 metros del puerto. Murió poco después por un traumatismo cerebral. "La mató un Estado corrupto que permitió que toneladas de explosivos estuvieran almacenadas al lado de nuestras casas", denunció su padre.
El cargamento de nitrato de amonio tenía como destino Mozambique, pero quedó varado en Beirut por problemas técnicos. Durante años, distintas autoridades libanesas fueron alertadas de su peligrosidad. Nadie actuó.
"Esto no fue un accidente. Fue una cadena de negligencias", repiten las familias de las víctimas.
Mariana Foudalian perdió a su hermana Gaia. Aquella tarde iban a salir de compras. Gaia se estaba duchando cuando estalló todo. Murió en su casa. “Como tantos otros, murieron en sus casas, en la calle, en sus trabajos. Murieron porque alguien no hizo su trabajo”, lamenta.
Hoy, Mariana forma parte de la Asociación de Familias de las Víctimas. Llevan cinco años pidiendo justicia. La investigación estuvo paralizada casi tres años, bloqueada por presiones políticas y amenazas a los jueces. Recién este año, tras el nombramiento de un nuevo fiscal general, la causa volvió a moverse. Pero el reclamo no es solo judicial: es también político y moral. "Queremos justicia completa. No solo por nuestros muertos, sino por todos los libaneses. Para que esto no se repita nunca más", afirma Mariana. "Tuvimos que hacer marchas, estar en la calle, pelear cada día. Pero no deberíamos haber tenido que hacer nada de eso. La justicia tendría que haber llegado sola".