Yolanda muestra las llagas de sus piernas, son secuelas de la diabetes que padece. Necesita insulina y desde hace un año, desde que no tiene protección sanitaria, no le llega el dinero para medicinas. Explica que "si no compro la insulina o no tengo, puedo perder un pie". No puede trabajar porque cuida a su hija, con síndrome de Down y problemas de corazón, dependiente 100% y que tampoco tiene tarjeta sanitaria.

Reconoce que "hace nueve años que estoy en Alicante y no logro que le den el documento a la niña". Cuentan por decenas los papeles que le solicitan. Los entrega, pero nunca es suficiente. Asegura que "llevo los papeles que me piden, pero después me dicen que han cambiado las leyes y que necesitan más".

Están solos, desamparados y desprotegidos. Yolanda está condenada a un futuro sin pierna, y su hija, sin madre, no tiene futuro. Cuando no hay más opción los inmigrantes recurren a lugares donde les atienden sin preguntar quiénes son y qué papeles tienen. Y desde que los inmigrantes están sin tarjeta, están desbordados

Explican que "ha aumentado casi el doble". Sus medios son escasos y antiguos y cuando encuentran casos graves que no son claramente urgentes, nos reconocen que recurren al favor personal. Es el futuro que les espera, depender de la solidaridad de unos pocos para poder curarse. Un futuro muy presente.

Por casos como el de Yolanda se han manifestado frente a la Casa América. No tienen salida, sólo les quedan centros donde les atienden gratis. Dependen de la solidaridad de otros para poder curarse.