"La reforma laboral marcará un antes y un después", afirmaba el Gobierno en 2012. El después de la reforma laboral es poco alentador. Desde febrero del año pasado se han destruido 850.500 puestos de trabajo y hay 691.700 desempleados más. Pero el Gobierno en estas cifras sí ve aspectos positivos. "Se está empezando a frenar el ritmo de destrucción de empleo mes a mes, trimestre a trimestre", explicaba la ministra de Empleo Fátima Báñez.

Para los sindicatos las decisiones del Gobierno no van en la dirección correcta. "No es un problema de ritmo, es un problema de orientación. El camino que necesita nuestro país no es el de la reforma laboral", señala Cándido Méndez.

Otra consecuencia de la reforma laboral es el aumento de los expedientes de regulación de empleo. Desde su entrada en vigor han aumentado un 53%. El 92% de los contratos laborales creados han seguido siendo temporales. Pero, aún así, el Gobierno cree que la reforma laboral nos ha salvado de una situación peor. Pero esa afirmación no se puede probar. Lo que cuenta ahora son los datos y algunos no dejan lugar a dudas.