Thomas Lemar fue en su día el fichaje más caro en toda la historia del Atlético. Fue en 2018 cuando los rojiblancos pagaron por él 75 millones. Por un jugador que, en el Mónaco, destacó. Por un futbolista campeón del mundo ese año junto a Griezmann y a Lucas Hernández y que es ahora, dos años y medio después, cuando parece estar justificando la inversión realizada.

Y no ha sido ni mucho menos un camino sencillo. No lo ha sido porque el galo, sin sus dos compatriotas ya en el vestuario, ha sido uno de los que más ha estado en el punto de mira de la afición. Una hinchada que le hacía ser tendencia en Twitter no por sus buenos partidos sino por todo lo contrario.

Contando incluso los pases que acertaba, a veces incluso eran cero, durante sus participaciones y minutos con los que contaba. Porque Lemar no ha tenido un camino fácil. No ha sido tampoco de llegar y besar el santo. Ha sido de paciencia y de notar, eso sí, el cariño de un Simeone que ya hace una semana dio la cara por él.

Lo hizo cuando, por fin, pareció disfrutar del fútbol vestido con la elástica del Atlético. Fue en Valencia, rival ante el que destacó y contra el que cuajó un gran partido. Una gran actuación que ha continuado mostrando contra el Valladolid.

Y esta vez, con gol. No marcaba en LaLiga desde aquel lejano mes de abril de 2019, cuando batió a Dmitrovic en un Eibar - Atlético. Desde ese momento, cero para el hasta ese verano jugador más caro de la entidad del Metropolitano.

Fue gracias a un pase de Kieran Trippier, que está en plan asistente. El inglés, ex del Tottenham, la puso al corazón del área y, aunque Luis Suárez no llegó, Lemar estaba ahí para embocar un cuero que no era precisamente fácil.

Está enchufado. Moviéndose por la banda, por el centro. Moviéndose con total libertad en este nuevo sistema de tres centrales que está usando Diego Simeone y que tan buen resultado le está dando en cuanto a fútbol y resultados, al menos en LaLiga, en este comienzo de curso.

Porque el francés parece otro. Sonríe, participa, lo intenta, dribla... Porque ahora el francés sí parece ese jugador por el que se pagaron 75 millones de euros en su día.