El Atlético de Madrid goleó a las dudas y al Huesca en el Wanda Metropolitano, reafirmado por un triunfo tan rotundo sobre el terreno de juego como en el marcador (3-0), solventado en 34 minutos y realzado por una incontestable pegada rumbo al derbi contra el Real Madrid en el Santiago Bernabéu.
La tercera victoria consecutiva del equipo rojiblanco y la segunda seguida en la Liga, el torneo que había despertado las suspicacias en cuanto al ambicioso proyecto de este curso, que aún exige más triunfos, mejores posiciones en la tabla y menos diferencia de puntos respecto al liderato. En ello está el Atlético. Con el derbi ya a la vista.
Quizá por eso, o quizá por la acumulación de partidos de la última semana y media, cuatro, Simeone ofreció descansos. A Juanfran, Saúl, Rodri o Lucas, que aún así entró en el minuto 40 por el lesionado Giménez. No rotan ni Diego Costa ni Griezmann, mientras rebuscan su versión más determinante.
En ese proceso no hay un camino mejor, más fiable y más reconfortante para un delantero que los goles; más aún si lo hacen conectados, con Diego Costa como pasador y con Griezmann como rematador este martes en el minuto 16 para encarrilar el partido con un gol que terminó ahí también por Correa, el impulsor de la acción.
Su toque oportuno al desmarque del internacional español desarmó definitivamente a la defensa del Huesca, que contempló luego como el '19' rojiblanco divisó la entrada del atacante francés. Él remató el 1-0, también su segundo gol de la temporada, para reafirmar en el marcador la potente puesta en escena que planteó el Atlético.
No dudó ni en la presión ni en jugar en campo contrario ni en la actividad de Griezmann, Lemar y Correa entre líneas para remover a su adversario, que amagó con la reacción, porque a su idea de fútbol desde el balón se sumó alguna transición rápida, precisa y valiente... Sin ocasiones. Pronto comprobó la certeza de su derrota.
Si al Atlético le faltó pegada en su anterior comparecencia en el Metropolitano, el 1-1 contra el Eibar le sobró. En 34 minutos ya había sentenciado el triunfo, acomodado con un derechazo inalcanzable de Thomas (2-0, m. 30) y agrandado, instantes después, con el 3-0 de Koke, que centró a Correa y se encontró con el gol. El '10' no la tocó, pero sí despistó a Werner.
El VAR lo concedió. De sus primeras cinco oportunidades marcó tres, demoledor para su adversario, desbordado en su defensa por el tino rojiblanco con la red. Hace dos semanas, de la decena de ocasiones que creó contra el Eibar sólo acertó en una, ya en el tiempo añadido; la diferencia de las diferencias, la efectividad, que delinean la decepción que sufrió entonces y la victoria que solventó hoy a toda velocidad.
Dentro de los pronósticos, sí, aunque con el indudable valor que supone desde diversas perspectivas.
Por encima de todas, la reafirmación que provocan los triunfos, más aún cuando la necesidad aprieta por un inicio menos productivo del esperado, pero, a la vez, porque reencontró el gol en una conexión Griezmann-Diego Costa, porque el francés, Lemar y Correa desbordaron entre líneas, porque Carlos Isaac recorrió un paso más en Primera División y porque hay plantilla y recursos más allá del once tipo habitual en el Atlético.
Lo demostró Thomas con el golazo del primer tiempo o el partido de Correa, agitador desde el primer minuto y clave para dos de los tres goles que destinaron la segunda parte a un trámite insustancial, ya de baja intensidad, a las puertas del derbi, un partido más decisivo para él de lo previsible en la séptima jornada.
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