Hay decisiones que marcan la carrera de un jugador... y Antoine Griezmann puede dar fe de ello. El galo, gran estrella del Atlético de 2014 a 2019, se marchó al Barça para no ser ni la sombra de lo que fue de rojiblanco y regresar al Metropolitano con cara de azulgrana. Y es que desde su vuelta acumula titularidades por cada partido y también dudas en cada uno de ellos.

Ante el Alavés, titular. Otra vez titular. Y de nuevo, cero. Cero goles. Tanto él como el equipo con él en el campo. Su participación, nula. No está. No esta sincronizado con sus compañeros, y el Atleti lo está notando. Está notando que este Griezmann es el del Barça.

Prácticamente ni tira a puerta. Su mejor ocasión de gol en su regreso ha sido un disparo peligrosísimo de media distancia ante el Getafe que casi se cuela por la escuadra. Pero no, no entró. Y lo peor es que tampoco se crea ni crea ocasiones para sus compañeros.

No es que Simeone no le de cancha, pues es uno de sus fijos en cada once, pero a saber lo que dura esta confianza ciega que tiene el argentino en un jugador que, de momento, es más el del Barça que el del Atlético.

El equipo no es el mismo, pero la mayor posesión y dominio en campo rival tampoco se está traduciendo en una mayor participación y/o protagonismo de Griezmann.

Y es que los datos son los que son. Con él en el campo, el Atleti no ha celebrado ni un solo gol a favor.

Cuatro titularidades en LaLiga. Desde el Espanyol hasta el Alavés. Con él, cero tantos, una derrota, un empate y dos sufridísimas victorias en encuentros que comenzaron perdiendo.