Científicos del Instituto de Biología Evolutiva (IBE) de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) están investigando la aplicación de biología sintética, es decir, el uso de reacciones químicas que no están presentes en la naturaleza, para reducir los residuos y la contaminación de las industrias.
El investigador del IBE-UPF Ricard Solé explica que está trabajando en el proyecto europeo MADONNA, que, con tres millones de euros de presupuesto y un plazo de cuatro años, pretende que los residuos y los contaminantes resultantes de la industria dejen de ser una carga para convertirse en un valor.
Solé recuerda que la Revolución Industrial provocó grandes cambios tecnológicos, económicos, sociales y culturales que comportaron, entre otras cosas, la aparición de la contaminación y la generación de residuos procedentes de la industria y de la producción de energía, como polímeros plásticos, disolventes químicos, metales, residuos radiactivos o gases de efecto invernadero.
Éstos han originado impactos significativos en los ecosistemas y en nuestra salud, y a pesar de los avances tecnológicos y las estrategias de gestión dirigidos a minimizarlos, se estima que son la causa de 19 millones de muertes prematuras en el mundo.
El proyecto europeo MADONNA (Microbial deployment of new-to-nature Chemist for refactoring the barriers between living and non-living matter), que tiene por objetivo erradicar los residuos y la contaminación industriales mediante el uso de la biología sintética y la biotecnología, explorará posibles escenarios para convertir la industria en un proceso sostenible y cíclico.
"El planeta Tierra ha evolucionado durante miles de años como un sistema cíclico en equilibrio, mantenido, en última instancia, por la energía solar", destaca Solé.
La producción industrial, en cambio, puede entenderse como un sistema metabólico artificial en que las materias primas se convierten en productos, y, a diferencia del metabolismo biológico o los ciclos geoquímicos del planeta, estos procesos son unidireccionales y no cíclicos, y generan una gran cantidad de residuos y contaminantes de los que sólo una pequeña fracción es devuelta al sistema.
Según Solé, "MADONNA parte de los principios de la economía industrial circular y propone trasladar reacciones propias de la biología sintética a las industrias para que los residuos y los contaminantes puedan ser reutilizados y el sistema se convierta, por tanto, en cíclico".
El científico explica que muchas reacciones químicas, como la captura del dióxido de carbono, se producen de forma natural, pero otras, como la degradación del plástico o la fijación de nitrógeno en presencia de oxígeno, ocurren a niveles insignificantes o no tienen lugar en la naturaleza.
El cambio de paradigma que se propone implica introducir en las redes biológicas reacciones químicas que no están presentes en la naturaleza pero que son propias de la industria o la ingeniería química.
"Con MADONNA, rediseñaremos, o incluso crearemos, reacciones químicas que no existen en la naturaleza para recuperar los daños producidos en la biosfera, y para frenar el impacto que la actividad humana sigue ejerciendo", asegura Solé.
"El mantenimiento de nuestra sociedad actual depende, por un lado, del desarrollo de nuevos productos capaces de llevar a cabo, de forma respetuosa con el medio ambiente y con un coste energético mínimo, procesos que pertenecen a la ámbito de la ingeniería química; y, por otro, de la limitación de las emisiones de gases de efecto invernadero y residuos químicos que deterioran nuestro planeta", alerta.
Según el investigador, el proyecto tendrá un efecto transformador en la química industrial. "Al combinar las disciplinas de la biología, la química y la ingeniería en el ámbito de la industria, cambiará radicalmente el panorama de la innovación biotecnológica", subraya.
Hace 12 años
Así contó laSexta el salto desde la estratosfera de Felix Baumgartner, el primero en romper la barrera del sonido en caída libre
Felix Baumgartner se convirtió en el primer hombre en romper la barrera del sonido en caída libre, sin ayuda de maquinaria externa, alcanzando una velocidad máxima de 1.342 kilómetros hora desde una altura de 39.068 metros.