Hay quienes al Ingreso Mínimo Vital aprobado por nuestro Gobierno lo llaman «la paguita».

Con un desprecio absoluto hacia la realidad de las personas más vulnerables.

Eso que algunos llaman 'paguita' es para otros muchos la posibilidad de tener techo y comida.

Cobijo y alimento.

Dos cuestiones imprescindibles para que las vidas no se encallen.

Para que no se encone el vivir y devenga el malvivir como costumbre.

Para que además de ser posibles las vidas sean vivibles.

Si alguien es capaz de llamar a esto 'paguita'.

Lo que tiene es una grandísima deuda con la humanidad.

Porque aquí de lo que estamos hablando es de garantizar la existencia de los seres humanos.

Si eso no es hacer patria.

Si eso no es marca España.

Si eso no es la letra perfecta para un himno.

Si eso no es bandera y motivo de orgullo.

¿Qué lo es?

No se puede amar a un país y dar con un mazo a las personas.

No se puede gritar "Viva España" y no pensar en los que casi no llegan nunca.

Porque si tantísimo te importa el territorio al que perteneces: ¿Por qué no te importan aquellos que lo habitan?

Aquellos que no son globos de helio, no son nicks en una red social, no son mesas o sillas.

Aquellos que están atravesados y construidos por sus circunstancias.

Esas de las que tú les haces responsables.

Porque cuando se dice 'la paguita' lo que se está haciendo es criminalizar la pobreza.

Es culpar a la gente por no haberse «esforzado» lo suficiente.

Es dar a entender que no has sido capaz de «conseguirlo» y por eso el Estado te tiene que ayudar.

Porque eres un vago.

Hablar de 'la paguita' es no entender que no todas las personas tienen las mismas oportunidades.

Que los márgenes no se eligen.

Que tu casilla de salida para otros es una meta.

Y eso es algo que el Estado ha de intentar paliar.

Es su obligación.

El Ingreso Mínimo Vital es un paso en ese camino hacia un lugar mejor.

Un lugar que destierre la vergüenza de mirar hacia otro lado.

Porque cuando la precariedad te muerde los talones.

Cuando cada día es una escalada hasta el pico más alto y volver a empezar.

Cuando la incertidumbre convierte los objetos que te rodean en arena.

Ahí tenemos que estar los demás.

El Ingreso Mínimo Vital proporcionará a las personas algo que es primordial y es esperanza.

Sin esperanza el futuro es imposible.

Porque la esperanza es la yesca de la alegría.

Y el tránsito por el mundo sin la alegría es una condena.

Este es un primer paso, sí.

Esperemos que el primero de muchos en esa misma dirección.

Porque habrá que cuestionarse qué pasa con aquellos que ni siquiera pueden optar a esta mínima luz.

Celebremos este techo y comida.

Y luchemos porque ningún ser humano sea considerado ilegal.