Hoy me he vuelto a pesar y he bajado de 82. Mido 1.90 y normalmente en 84 considero que estoy justito. He llegado a pesar 79, pero con menos de 82 ya creo que igual estoy delgado de más. Básicamente mi dieta consiste en no comprar comida de mierda, lo que te lleva a no comerla. Magia. Defiendo el medio litro de helado en caso de depresión máxima, pero procuro comer bien. Haberme quedado encerrado en casa me ha llevado a zampar saludablemente el 90% de los días y a bajar peso de una manera bastante poco traumática.

Tampoco pido comida a domicilio, algo que siempre he intentado evitar pero que últimamente la verdad es que no estaba cumpliendo. Aunque tengo más estrés que cuando se podía salir (dos chiquillos y varios trabajos que no terminan de pararse ahora mismo son una fuente de tensión importante) y la tensión me suele conllevar engordar, lo cierto es que apenas estoy haciendo ejercicio y estoy fetén. De hecho, estoy por ponerme a hacer pesas y ofrecerme a la Men’s Health cuando salga. Quiero creer que a vosotras y vosotras también os está pasando. Que de repente, de esta salgáis todos pibones y pibonas.

Entonces pongamos que en mayo nos sueltan. Yo calculo que hasta un tiempito después no nos van a dejar aglomerarnos, así que me olvido de festivales y de piscinas, de garitos y de saraos, y a lo mejor hasta de playas también. Y de repente somos un país de supermodelos, tíos y tías esculpidos en mármol (y blancos como el ídem), que sale en tromba a la calle en verano, que yo me imagino que vamos a ser como los toros en los encierros de San Fermín, y no tiene cómo lucir cuerpazo. Un reino de ciudadanos que están buenísimos y que no pueden posturear. Instagram se acabaría cayendo por exceso de fotos frente al espejo y el caos se adueñaría de las ciudades. Tinder colapsaría. Los móviles combustionarían espontáneamente por exceso de tráfico de fotos de partes íntimas. Habría desabastecimiento de megas y de ropa pequeña y sobrevendría un segundo caos. Será la pospandemia y será casi peor.

'Ver el cielo y achicharrarnos de calor nos va a parecer el puto Disneylandia'

No, eso no va a pasar. Porque cuando esto acabe llegará el verano y, aunque vamos a tener muy recortadas muchas de nuestras interacciones sociales (y ya sabemos que hacer caso a la primera es síntoma de que todo va mejor, sin matices), vamos a pasar el verano de nuestras vidas. Sin duda. Y, claro, no va a ser lo que imaginábamos como el verano más guay de siempre, porque tomarnos un mojito en el portal de casa o bebernos una sangría a dos metros de nuestros amigos no es lo que nadie soñaba, pero como todo va a ser de color, como ver el cielo y achicharrarnos de calor nos va a parecer el puto Disneylandia, pues va a resultar que el verano de 2020, el que dato a dato y suceso a suceso de lo que va a pasar debería ser el peor de la historia, va a ser el más grande de nuestra existencia. Y si esto no os motiva para quedaros en casa ahora, que encima aquí en Madrid graniza y hace malo, pues yo ya no sé qué más contaros.

Hay datos de Italia que indican que la pesadilla está desacelerando. He leído alguno de Madrid que también. Esto es una mierda muy gorda, ya todos tenemos algún caso cerca y estamos con miedo (yo tengo a una madre de 80 años en una residencia; os imagináis el pavor), pero hay una luz al final del túnel. La luz del verano. La del verano en que lo vamos a petar. La del verano de nuestras vidas.