Nunca he escuchado a nadie decir "qué guay es el chat de padres de la clase de mi hijo". No existe un chat de padres bueno, o al menos nadie se ha atrevido a afirmarlo en público. Es un consenso nacional, como Roberto Leal pero al revés: nadie los quiere.

Un chat de padres es el lugar al que los progenitores juramos que nunca entraremos hasta que tenemos hijos y, como con tantas cosas, te la acabas comiendo y vas p’adentro. Y hasta participas. Es, eso sí, una comunidad humana en la que todos los que la componen están de acuerdo en que no quieren estar. Es como ser de tu equipo de fútbol cuando pierde: te querrías cambiar, pero sabes que no vas a poder.

Los chats de padres se han convertido en una red de apoyo muy valiosa

Estos días, sin embargo, si exceptuamos aquellos en los que los padres y madres deciden opinar de cosas que no tienen que ver con sus vástagos, los chats de padres se han convertido en una red de apoyo muy valiosa. No ya solo porque nos sirve para intercambiarnos actividades para hacer con los niños o facilitamos que ellos se comuniquen o se vean: sino porque nos damos ánimos. Con la crianza en estas circunstancias y con estas circunstancias en general. Ahora cualquier círculo social o comunidad afectiva que considerábamos secundaria se vuelve central. Todo ayuda.

Es algo que me obsesiona estos días: las sociedades y las personas con redes humanas más asentadas son las que van a sobrevivir mejor mentalmente a este confinamiento. Y, de repente, el chat de padres, el lugar infernal en el que siempre hay dos que se quejan de todo, en el que también hay otros que le ponen un entusiasmo que tú no tienes, ese sitio, en definitiva, en el que han ido a confluir personas que no tienen nada que ver y se nota… de repente ese lugar inhóspito, ese problema del primer mundo de manual, es un recinto virtual cálido y al que dan ganas de entrar.

¿Os habéis emocionado? Vale. Seguimos.

Hasta aquí la versión romántica del artículo que quería escribir para hoy. Ahora llega la realidad: en todos los chats de padres y madres hay otros chats paralelos en los que se juntan los subgrupos que se caen bien. No, no te rías: tú también. Sabes perfectamente que, además, estás deseando compartir este artículo… en tu chat paralelo de padres y madres y no en el principal.

Y sí, es ahí, en la conversación oculta y subterránea con tus afines en la que sí encontramos la verdadera calidez. Porque ahí podemos seguir intercambiándonos pelis y series que ver con los niños, canales de Youtube de hacer macramé con chavales o hacer ejercicio con el pequeño colgado de la chepa, y además podemos seguir haciendo lo que más nos gusta: criticar a los padres y madres del chat principal. Porque sí, esta cuarentena es heroica y está bien que nos demos ese baño de autoestima, pero antes que superhombres y supermujeres somos, sobre todo, españoles. Y un español, qué coño, no deja de criticar por la espalda ni en una pandemia mundial.