El coronavirus ha dejado de ser el monotema de los debates eternos de sus señorías en el Congreso.

Con la desescalada, la actividad parlamentaria empieza a recuperar poco a poco la normalidad. Se recuperan las iniciativas más allá del Covid-19. Ya se habla de otros temas, de otros problemas, de otras preocupaciones, de otros retos del país. Siempre el virus está muy presente pero es como si alguien hubiera abierto la ventana. Dejando entrar un soplo de aire freso.

Es la sensación que ha dejado el gran hito de la semana. La convalidación del Ingreso Mínimo Vital. No solo por el enorme valor de la medida en sí, si no por el hecho de que haya sido aprobada sin ningún voto en contra. Ningún partido político se ha atrevido a dar la espalda a las familias que viven con la angustia de no poder dar de comer a sus hijos. La abrumadora mayoría parlamentaria que ha respaldado la medida ayuda, sin duda, a que la gente en la calle también la defienda con orgullo y la haga suya. Siempre se dice que el Parlamento debe ser el reflejo de la calle. Y es cierto. Pero también el Congreso debe usar su poder para lanzar un mensaje contundente a la sociedad. Esta semana España entera ha sabido que ningún partido político de ningún color está dispuesto a dejar tirado a los que más lo necesitan. Lo ocurrido es la máxima expresión de la política útil. La que tanto se echa de menos. La que hace vibrar y emociona. El ruido ha dejado paso al sentido común. La bronca ha dejado espacio para levantar la mirada. No todos los partidos defienden el Ingreso Mínimo Vital tal y como lo ha diseñado el Gobierno de coalición. Han expuesto sus críticas, han hecho sus propuestas y confían en que pueda mejorarse en el trámite parlamentario. Pero es una alegría que las diferencias políticas no impidan que una medida tan poderosa consiga el mismo poderoso respaldo.

La semana que viene todavía el debate será más jugoso porque empiezan a sacarse del cajón todas las iniciativas parlamentarias atascadas y la cola es inmensa.

El PSOE y Unidas Podemos quieren una legislatura de 4 años con victorias como la del Ingreso Mínimo Vital. Soñar es libre pero será difícil alcanzar su nivel. El Gobierno lleva 4 meses escasos en Moncloa y ya ha aprobado una medida que en otras circunstancias justificaría una legislatura entera. Pero lo que le queda por delante al Gobierno no será tan bonito ni tan satisfactorio.

Habrá medidas cargadas de ideología como la Ley de Memoria Histórica. Muy simbólicas para la izquierda. Pero ninguna influirá tanto en la vida de la gente como este salario vital que hará de España un país menos pobre.

La desescalada ha llegado al Congreso por fin en forma de política con mayúsculas. Eso no quita para que la tensión o los enfrentamientos vayan a desaparecer pero, al menos, hemos recordado que más allá de la pelea hay algo. Solo hay que buscarlo.