El ambientazo político no deja mucho espacio para el optimismo. A juzgar por lo que unos y otros se dicen dentro y fuera del Congreso, no va a ser fácil conseguir el consenso que sí hubo en 1977 para sacar adelante los Pactos de la Moncloa tan manoseados estos días. Acusaciones de todo tipo sobrevuelan el hemiciclo. Se llaman mentirosos, negligentes, irresponsables. Incluso la extrema derecha dice cosas tan duras como que el Gobierno ha puesto en marcha una eutanasia con los más ancianos. Duele pensar que con la que está cayendo ahí fuera nuestros políticos no sean capaces de remar todos a una.

El nombre en sí mismo, Pactos de la Moncloa, ya chirría a varios partidos políticos en los que Sánchez se apoyó para ganar la investidura. Incluso a Unidas Podemos le parece poco acertado y ayer mismo Pablo Echenique dijo que "lo de menos es el nombre". ERC y el PNV creen que no es necesario apelar al espíritu de 1977 para afrontar la crisis social y económica del coronavirus y le piden a Sánchez que concrete las propuestas y sus intenciones. Y, sobre todo, que aclare la mano que quiere coger. ¿La del PP, o la de ERC? ¿la de Cs, o la del PNV?

En la izquierda parlamentaria y también los nacionalistas vascos sospechan que el ofrecimiento de Sánchez sea una mera estrategia para que nadie pueda decirle que no ha intentado el acuerdo o que no ha habido comunicación con el resto de fuerzas políticas. Por aquello de que el que no se mueve, no sale en la foto.

De momento, solo Vox ha confirmado que rechaza hablar con Pedro Sánchez. No lo hará hasta que no cese a Pablo Iglesias. Esa es una de las condiciones que ha puesto en la mesa para dialogar.

El resto de grupos, en principio, son escépticos pero están dispuestos a escuchar la hoja de ruta de Moncloa para afrontar los duros meses que dejará el Covid-19. Quieren que Sánchez explique cuáles son sus planes económicos y qué medidas quiere poner en marcha para superar la crisis.

El partido que más entusiasmo ha mostrado con respecto a los Pactos de la Moncloa es Cs. Inés Arrimadas, de hecho, le pidió a Pedro Sánchez por carta que los pusiera en marcha. Sánchez lo aceptó varios días después. Este movimiento también hace sospechar a los socios del Gobierno de coalición, que Sánchez esté buscando nuevos equilibrios y apoyos para hacer frente a la legislatura. Si Moncloa gana los 10 diputados de Cs a su causa, podría prescindir de los diputados de ERC o de Bildu en algunas votaciones. La otra pregunta que cabe hacerse es si Pablo Iglesias estaría a gusto en un pacto en el que estuviera Inés Arrimadas. Hasta ahora CS y Unidas podemos no tenían nada en común.

Mientras tanto, el Gobierno sigue con los presupuestos de Cristóbal Montoro, y Aitor Esteban, el portavoz del PNV, ya ha hecho esta semana un primer aviso: que Sánchez se deje de pactos de la Moncloa y se ponga a trabajar en los presupuestos. Y es que, efectivamente, unas nuevas cuentas será lo único que dé estabilidad y durabilidad al Gobierno de coalición. No hay mejores pactos que unos presupuestos apoyados por una amplia mayoría de la Cámara para afrontar el futuro.

Se avecinan meses muy complicados. Y puede que al final ni haya Pactos de la Moncloa ni haya presupuestos. De nuevo, la estabilidad política en peligro.