Pensarán ustedes que ya les vale a los políticos. Discutiendo como niños por ver dónde se sientan. Peleándose otra vez por cosas irrelevantes en apariencia como pueden ser los escaños que ocupa cada grupo parlamentario en el hemiciclo. Por los sillones, simplificarán algunos.

Lo cierto es que la situación en el hemiciclo forma parte de la comunicación verbal y todo suma en la pelea por ocupar determinados espacios políticos. Cada legislatura que empieza, el lugar desde el que se hará política es motivo de disputa. Y teníamos pocas, ya saben.

Recordarán el enfado monumental de Podemos en enero de 2016. Los 65 diputados de la formación morada se estrenaban en el Parlamento y acabaron todos sentados en las últimas filas. En el espacio conocido como gallinero. Han pasado solo 3 años y medio desde aquel cabreo pero ha llovido mucho. El entonces portavoz del grupo, Iñigo Errejón, imprimió una foto del hemiciclo, pintó con diferentes colores el espacio que cada partido ocuparía en el hemiciclo y con ella en la mano, mostrándola a los medios, denunció una "cacicada".

Pablo Iglesias publicó un tweet en el que decía "5 millones de votos al gallinero". Exactamente allí es donde les mandaron, al exilio, al lugar menos visible, al que van los que, en teoría, han tenido menos votos y por tanto menos escaños. Aquella vez, detrás de esta decisión estuvieron PP Y Cs, con mayoría en la mesa. Y también un PSOE que por entonces no quería ver a Podemos ni en pintura. Cuanto más lejos y más escondidos, mejor.

Aquel castigo finalmente se levantó y un mes después y tras muchas conversaciones y negociaciones, Podemos consiguió ocupar un lugar más digno con respecto a sus 5 millones de votantes. Pablo Iglesias acabó sentado al mismo nivel que Pedro Sánchez, ambos secretarios generales de sus partidos.

Pues bien, esta semana la historia se repite. Otra vez con un partido que se estrena en el Congreso de los Diputados. El gallinero ya tiene habitantes en la decimotercera legislatura. Serán los 24 diputados y diputadas de Vox. PSOE y Unidas Podemos ya tienen diseñado cómo será el nuevo hemiciclo. También lo han hablado con ERC y PNV. Y todos ellos desean que los de Santiago Abascal estén aislados. Fuera de los focos. Con pocas posibilidades de salir en las fotos y, por tanto, con el menor protagonismo posible.

En el PSOE no olvidan que el día de la sesión constitutiva, los diputados de Vox, con nocturnidad y alevosía, ocuparon los asientos de la bancada socialista. Les pareció un gesto prepotente e irrespetuoso. Y la hazaña les va a salir cara. Vox dice que les da igual que les sienten en las últimas filas, que ellos no están en eso pero que, igualmente, si no les gustan donde les colocan lo recurrirán para hacer valer sus votos.

ERC ha negociado su posición en el hemiciclo. Esta legislatura tienen 15 diputados y eso se notará. Descenderán 3 filas, estarán más abajo, es decir, mayor visibilidad y mayor presencia en los planos que ustedes verán en televisión.

Ciudadanos también podría tener que mudarse. Albert Rivera lleva 4 años sentado en lo que nosotros llamamos "el quesito central" del hemiciclo. Ese centro tan codiciado entre Rivera y Casado. Los diputados de Ciudadanos estaban antes cerca del PP, pero en otra bancada distinta. Juntos pero no revueltos y eso parecía que les distanciaba. Ahora eso podría acabarse, los diputados naranjas quizás acaben compartiendo quesito con el Partido Popular. El de la derecha de sus pantallas. No es lo que quieren pero con su minoría en la mesa quizás no les quede más remedio que aceptarlo.

Y en este puzzle que es el hemiciclo el PNV tendrá, de nuevo, una buena posición. Solo tienen 6 diputados pero volverán a sentarse en la primera fila. Encima del Gobierno. Nadie se atreve a moverles. Debe ser verdad eso que se comenta estos días en los pasillos del hemiciclo. Que en España hay dos instituciones sagradas: la Iglesia y el PNV.