Adivina adivinanza. ¿Quién ha pronunciado esta frase y cuándo lo ha hecho?: "Estaba finalizando la legislatura y considerábamos que existía urgencia en la aprobación de esta medida". ¿Se les ha ocurrido pensar que la dijo algún miembro del gobierno de Sánchez hace una semana? Cuidado, no apuesten su casa.

¿Y esta otra?: "El Gobierno trae un Decreto Ley que viene asociado con dudosísimas razones de urgencia para justificar una medida estricta y exclusivamente electoral de su Gobierno y de su partido político, es sencillamente un insulto". ¿Casado o Rivera esta semana? Cuidado, no pierdan el brazo derecho.

La historia se repite, se repite como un mal estribillo, ambas frases se pronunciaron el 1 de febrero del año 2000, con el colchón de Aznar aún en La Moncloa. La primera cita lleva la firma del entonces Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales del gobierno popular, Manuel Pimentel. Defendía así un Decreto Ley con ayudas económicas para la familia y lo hacía en una diputación permanente con las cortes ya disueltas y con el aliento de las elecciones generales del 12 de marzo en el cogote. Una situación calcada a la que hemos vivido ahora, 19 años después, en plena precampaña electoral.

Este decreto del Gobierno de Aznar también fue duramente contestado por la oposición. La segunda frase la pronunció el socialista y exministro de Trabajo, Luis Martínez Noval, quien, igual que hace ahora el PP, acusó al entonces gobierno de electoralista y dudó de la urgencia de la medida. Un Decreto Ley es como una nevada en la A1, no tiene ideología. Si gobiernas el decreto es fetén, si estás en la oposición una ofensa democrática.

Los críticos con los decretos de 2019 dicen que nunca un Gobierno había mancillado la mesa del Consejo de Ministros para hacer campaña electoral de una manera tan ruín. ¿Son los decretos electoralistas? Juzguen ustedes mismos. Lo que la historia demuestra gracias al diario de sesiones es que si son electoralistas lo han sido siempre y si no lo son, no lo fueron nunca. El paso del tiempo conlleva el olvido así que bucear en el diario de sesiones es un alivio, una demostración incorrupta de lo que algún día se dijo.

El menú nos está repitiendo, decreto para comer, decreto para cenar, decretos como punta de lanza de una campaña electoral perenne. Para los populares son puñetazos en la mesa, decretazos. En Ciudadanos tiran más lejos y bajo el amparo de una carta magna de la que pretenden ser únicos dueños, siembran las dudas, hablan de decretos inconstitucionales. No lo son, vivimos una época con mucho adjetivo y poco nombre, la crítica cada vez más gruesa vende más y cala rápido. Se habla poco y se grita mucho. Pongan en duda los calificativos, mimen los sustantivos.

El Gobierno por su parte, necesitado de poner un apellido a sus propios decretos para justificarse, los llama decretos sociales. Según la RAE el término social en sí mismo incluye un beneficio para todos y todas. Conseguido.

El Ejecutivo afirma que son urgentes y de extrema necesidad, requisito legal para el uso de los decretos. El problema es que nuestros políticos no tienen el mismo concepto de la urgencia y la necesidad según sea el sol que les calienta. Pimentel decía que las ayudas a las familias eran urgentes y necesarias. Pero lo que valía entonces ya no vale. El PSOE y otros grupos, fueron muy críticos con aquel decreto pero lo convalidaron, todos votaron a favor, salió adelante por unanimidad.

Pedro Sánchez ha convalidado los suyos en el Congreso, y lo ha hecho con una mayoría holgada, tras el temporal Ciudadanos incluso ha votado solo en contra de uno. Sin embargo para el PP no ha habido tregua, no ha habido fondo, solo crítica por la forma y ha votado en contra de todos y cada uno de los 6 decretos. En contra incluso del plan de contigencia del Brexit. Por primera vez el PP y PSOE no van de la mano en política exterior. Todos los puentes rotos.

No parece fácil oponerse a la ampliación de los permisos de paternidad o al subsidio para los mayores de 52 años. ¿Por qué y cómo negarse a algo así? Es difícil escapar del hecho de que estas medidas "electoralistas e inconstitucionales"; son tan sociales como entonces lo fueron las de Aznar para las familias.