Hoy no voy a escribir mucho. Prefiero que lean a otros. A una policía, un guardia civil y una militar. Los tres han vivido estas semanas en dos husos horarios, el de España y el de Kabul, y con los tres he cruzado muchos whatsapps y muchas conversaciones estos días. Todos ellos tenían de quien preocuparse en la capital afgana por distintas razones. He cambiado los nombres para no identificarlos. Todo lo demás, es textual, tal y como me lo han contado.

Inés es una veterana inspectora, actualmente destinada en una unidad de seguridad ciudadana. En Kabul estaba uno de sus mejores amigos, con quien ha compartido muchas horas de furgoneta y de dispositivos:

“Él finalizaba misión ahora a mediados de septiembre y ya a finales del mes de julio me empezó a mandar fotos y vídeos porque la cosa se estaba poniendo fea.... Me decía que ya habían empezado allí las fallas y entonces aún nos reíamos.

Desde el 3 de agosto hemos hablado prácticamente día si día no, mucho antes de que nada de lo que está pasando allí saliera a la luz y ya entonces lo veían todo peor que negro.

Cuando el embajador decidió quedarse, los compañeros del GEO, como no puede ser de otra manera, se quedaron por supuesto con él porque son su cápsula de seguridad, y desde Madrid a los siete compañeros UIP les dijeron que entraran en el primer avión que ellos se podían volver.

Esto solo lo saben sus familias y algunos de sus amigos, pero ellos están allí porque no se van a mover si no vuelven los 17 juntos”.

Rocío es oficial del ejército. Ha estado en varias misiones en Afganistán y desde el inicio de la crisis estaba preocupada por sacar del país a uno de sus colaboradores. No podía llamarle para que nadie le escuchase hablar español y se delatase, tejió toda una red de contactos para ayudarle y logró que llegase hasta el aeropuerto de Kabul después de un largo viaje y todas las trabas imaginables:

“Mi Said creo que no vendrá. Le han bajado del avión por no sé qué papel. Alguien que ha trabajado mas de diez años para nosotros, que se ganó una confianza tal como para ser informador de contrainteligencia para la seguridad de la base y trabajar en los grupos electrógenos, que está metido en la lista y contrastado por el CNI, que no sabe ni leer ni escribir y le pueden engañar como quieran, se va a quedar en tierra a su suerte por una decisión en caliente de alguien que no sabe ni media de lo que ha vivido esta gente.

¡Le he encontrado! Al final, Said ha tenido a todos mis amigos como ángeles de la guarda y consiguió finalmente venir. Fui ayer a la Base de Torrejón pero no me dejaron verle los civiles que llevan el campamento y hoy me he enterado de que le mandaron a Cataluña. Pero bueno, él ya ha podido llamarme y esta bien, muy solo y triste por todo lo que ha vivido y por no haberse podido quedar cerca de Madrid con sus conocidos y la gente en quien confía, pero ya estoy intentando su traslado. Nunca me rindo”.

Ernesto es oficial de la Guardia Civil. Acumula en su historial varias misiones en Afganistán y ha sacado del país a todos los colaboradores que ha podido durante estos días. En las horas previas a las explosiones del jueves, hablamos mucho para tratar de ayudar a un grupo de mujeres y a sus familias:

“La tenemos en la puerta. No sé en cual. Habría que recogerla, meterla en la zona de control y esperar ahí. Estoy con las gestiones de Exteriores, que están actualizando los listados con ellas.

Están cruzando el alcantarillado. Es por donde han entrado varios los últimos días.

Las que están en el aeropuerto no saben qué hacer. No pueden entrar. Les dicen que los españoles entran en coche. Llevan toda la documentación y están en la lista.

Hoy están allí otra vez y estoy hablando con Exteriores. No ha entrado nadie por donde están las chicas.

Abandonan el lugar. El ataque, real o simulado, pone fin a todo esto. No es culpa tuya ni de nadie de allí. Están poniendo trabas desde hace días para dificultar la evacuación.

Es Afganistán y nosotros somos los amos de los valores morales que no tenemos.

Han herido grave a una de las chicas y a su hijo en el ataque. Se acabó todo. A metros del objetivo”.