El día de la madre no queremos collares de macarrones, perfumes caros o ramos de flores con mensajes de "eres la mejor madre del mundo". Más que nada porque dudo que ninguna madre de este mundo se considere la mejor o, peor aún, quiera ser la mejor. ¡Menuda presión! Lo hacemos como buenamente podemos, siendo suficientemente buenas madres o Malasmadres de manual.

El día de la madre lo que de verdad queremos todas las madres es el día libre, pero esto estaría 'feo' decirlo en público, ¿no? Porque a las madres no nos dejan expresarnos libremente nunca porque si decimos la verdad nos cae la CULPA encima. Porque si expresamos nuestros pensamientos impuros nos juzgan como malas madres, madres desnaturalizadas, madres arrepentidas, madres egoístas. Lo que realmente queremos las madres es cambiar un modelo social de maternidad que no nos representa. Un traje que no encaja y que nos hacen vestir sí o sí, te guste o no, te quede bien o no. Es lo que hay. Por los siglos de los siglos…

Porque, ¿qué pasaría si todas las madres del mundo nos manifestamos, salimos a la calle a gritar que somos otras madres? Somos muchas otras madres. No somos una única madre. La sociedad nos hace invisibles porque no le interesa cambiar el modelo. Eso significaría reconocer social y económicamente nuestra labor, eso supondría valorar lo que aportamos al sistema, eso sería el fin de este sistema patriarcal, sustentado en el amor de madre, que no interesa romper o cambiar.

Damos la espalda a todas las madres que renuncian a su trabajo porque no pueden conciliar. A todas las mujeres que renuncian a ser madre porque nunca llega el momento. A todas las madres que renuncian a su tiempo, a su autocuidado y a su salud mental por mantener las estructuras de poder, ideadas por los hombres. Unos hombres que nos regalan ramos de flores, pero que no apoyan nuestros deseos y nuestra libertad. Unos hombres que dicen admirarnos, pero no nos eligen en sus equipos de trabajo y mucho menos nos escuchan. Unos hombres que en casa "ayudan", pero fuera no lo dicen, no vayan a llamarles "calzonazos". Unos hombres, algunos referentes, corresponsables dentro y fuera, que empiezan a sufrir la penalización por ser padres comprometidos. Unos hombres que no están dispuestos a perder sus privilegios si nosotras no lo exigimos.

Este día de la madre que está a punto de llegar, nos toca pedir el regalo que realmente queremos y necesitamos, el que más ilusión nos hace. ¿Te unes?

Te lo descubriré el próximo domingo en las redes sociales de la Asociación Yo No Renuncio.

Y yo no soy "la mejor madre del mundo", pero esta noche cuando mis hijas me den un beso y me digan "te quiero, mamá" al oído me sentiré la mujer más poderosa de la tierra. Saquemos nuestro 'power' a la calle porque somos capaces de cambiar el mundo. Juntas. Todas las madres.